Por Emerson Grajales Usma*
La polarización actual del
país, orquestada desde el “negociado” del gobierno con la agrupación terrorista
de las Farc, requiere de soluciones de fondo.
Y digo de soluciones de
fondo, porque, en absoluto, nadie quiere saber más de ese aturdido proceso y
menos, del gobierno que lo mal adoptó. Las inviables e indeseables concesiones que
se dieron al tenor de una paz que hasta ahora no se ha visto en lo tangible, y
ya, según el presidente Juan Manuel Santos; entregaron “todas” las armas, no ha
pasado de ser más que un engaño. En ese proceso, quienes salieron garbosos fueron los
criminales de las Farc, que sin esfuerzo alguno y menos sin pasar por la
justicia, obtuvieron curules en las dos Cámaras.
El pueblo colombiano, viene
escudriñando cada uno de los candidatos desde su pasado político y público,
inclusive; para saber hasta dónde logran abarcar sus tentáculos de poder, que no
son mínimos, en el agonizante gobierno. Por fortuna.
Los diferentes sondeos dan
clara muestra que nadie, ni el más despistado ciudadano, quiere saber de los
postulados a la presidencia que haya o estén ligados al actual gobierno. Miremos.
De La Calle, arrancó desde
una mancha de aceite. Y es apenas normal que el país le cobre, vía urnas; el despropósito
y mal oliente proceso con la agrupación criminal del que salió victorioso y de
candidato. No sabemos si de las Farc o de Santos, o es una candidatura algo así
como colegiada. De Santos-Farc.
Pinzón, hoy aliado de su
otrora compañero del gobierno de Juan Manuel Santos, perdió de entrada los
poquitos votos que pudo haber contabilizado, sino se hubiera adherido al candidato
ex vicepresidente de Santos; a Vargas Lleras.
En la memoria de cientos de
miles y miles de colombianos, sigue cabalgando los atentados de los que fue víctima
Germán Vargas. Actos cometidos por la agrupación narcoterrorista en cuestión. Esos
atentados, el libro bomba y el de una bomba a su paso para el norte de Bogotá;
no lograron permear los sentimientos de Vargas Lleras y con su llegada como fórmula
vice de Santos, logró minimizar su
propio dolor. Temas viscerales que son bien difíciles de resolver cuando se
tiene, constantemente, apetitos de poder hasta el punto de perder la dignidad.
Y tenemos a otro candidato
no menos peligroso. A Gustavo Petro. Este “famoso” hombre, que tuvo la
oportunidad de “pasearse” por las espesas selvas colombianas con fusil al
hombro y pistola al cinto, y un letrero en su hombro que lo anunciaba como
integrante del M-19; burló la seguridad de uno de los estrados jurídicos más
custodiados de la justicia en Bogotá, el Palacio donde funciona la Corte
Suprema de Justicia.
Con aval de su similar
criminal, Pablo Escobar Gaviria; y unos cientos de miles de dólares, dotó a su escuadrón
de la muerte, para tomarse por asalto la imponente edificación apostada en el
costado sur de la monumental Plaza de Bolívar del Distrito Capital. Igual cosa quiere
hacer ahora con la Constitución y la ley, disque, desde la Casa de Nariño. Vaya
adefesio.
El país tiene pues, la
inaplazable oportunidad y tarea de cambiar el rumbo. De retomar las
negociaciones y llevar a la cárcel a los cabecillas de las Farc a pagar por sus
crímenes que son de lesa humanidad y no se pueden “facturar” en el altar de la
impunidad.
Por eso, invito a los
colombianos de manera copiosa, a votar este venidero 27 de mayo, por Iván
Duque. En él, se acumula rectitud, coherencia y capacidad.
Con el candidato Duque,
tendremos la esperanza que siempre hemos reservado para sacar el país del rumbo
al que, tristemente, nos ha conducido el mal gobierno de Juan Manuel Santos.
Con Iván Duque, llega la
hora de la esperanza.
*Asesor
y consultor
@Grajalesluise