Por Emerson Grajales Usma*
Durante estos días, la
periodista Claudia Morales, publicó una columna en el influyente diario El
Espectador, bajo el rotulo de “Una defensa del silencio” donde da cuenta de que fue víctima de abuso
sexual de quien en ese momento ejercía como su jefe, a quien identifica sólo
con una especie de “seudónimo” como “Él”.
Debemos reconocer este
verdadero derecho de las víctimas de violencia sexual a guardar silencio, que
está ligado a un concepto que podría determinarse, como ya lo citó un
reconocido jurista; “tiempo propio”.
La periodista advierte en su
confuso escrito que quien la abuso sexualmente, “era un hombre relevante en la
vida nacional. Ahora lo sigue siendo y, además, hay otras evidencias que
amplían su margen de peligrosidad”. Sobre esta última epístola, la periodista
desconoce que quienes ejercemos tan difícil actividad, “tenemos”, (no todos
porque en mi caso fallaron sin imparcialidad alguna); el amparo del Estado y
otras garantías cómo salir del país, si fuese necesario, luego de una denuncia
ante los entes jurídicos, y por qué no, con resonancia en los medios de
comunicación que permanentemente buscan amparar a las mujeres que han sido
víctimas de esta detestable práctica.
Pero insisto, si su silencio
iba a ser prolongado, no debió “picar” porque estaba plenamente en conocimiento,
que lo que hoy está viviendo, iba a ser peor que haber llevado el caso a la
justicia y más si se trata de que “Él” es una persona relevante en la vida
nacional, como lo advierte en su escrito de opinión.
En lo personal, veo que de
esa columna se desprenden dudas y un fuerte tufillo. Según los tiempos, los
escenarios y los términos que utiliza la citada periodista; podría estarse
refiriendo al entonces Presidente Álvaro Uribe, quien para aquella época, dignificaba
como su jefe de turno.
Dudas. Conociendo como
distingo a Claudia Morales, su escrito está bien lejos a que sea de su autoría.
Siempre ha sido una mujer pausada, puntual, vertical y ante todo, muy objetiva.
Nunca la he leído ni menos escuchado con palabras que ahora expone en la
columna.
Más bien pareciera que le
está haciendo un mandado a un “archíenemigo” de “Él” y de paso, un favor a un
muy buen amigo de ella, que los tiene hasta en el exterior.
Una mujer con un dolor tan
profundo como el que debe, lógicamente, causar una violación sexual, no tiene
la capacidad de mantener “almacenado en su memoria” ese acto que de paso la
deja muy marcada.
Y si fue como yo lo planteo, un mandado; me parece que echó a
“sombrerazo” de su memoria los realmente buenos actos que tuvo “Él” con ella y
con su esposo, contando desde sus propios nombramiento y designación.
La invito, Claudia, para que
no decaiga en su valor y denuncie si en realidad los hechos son como “fabulosamente”
los narra; o que diga, quien la mal persuadió para cometer tremendo error que socavó
su propia dignidad y su profesión, solo para enlodar la imagen de “Él”, un
hombre probo, como usted bien lo sabe, y que ha guardado inmejorable respeto
por las mujeres.
*Asesor
y consultor
@Grajalesluise