Santos impune
Por Vicky Dávila H.
Le pido al expresidente Juan Manuel Santos que se deje investigar
por los dineros de Odebrecht que entraron a sus dos campañas en 2010 y 2014; le
pido que no dilate ni obstaculice las indagaciones en su contra, como lo ha
hecho hasta ahora. Nada más indigno para un nobel de paz que salir “inocente” por prescripción.
Pero a
eso le ha jugado Santos. Así se salvó de responder por los 400.000 dólares que
pagó la multinacional de los sobornos en afiches para su primera elección, a
pesar de la confesión de Roberto Prieto, hoy
preso por otros delitos y su mano derecha en elecciones. Ahora la defensa de
Santos, el abogado Alfonso Portela, con el mismo argumento de la prescripción
pretende que su cliente vuelva a salir bien librado de las investigaciones que
inició el Consejo Nacional Electoral por lo ocurrido con la financiación de la
segunda vuelta de su reelección.
Aliados y contradictores políticos de Santos lo describen como un
jugador de póker hábil que mueve sus fichas con audacia y frialdad. Así lo ha
hecho en el caso Odebrecht: su primera jugada fue la llegada de Néstor Humberto
Martínez a la Fiscalía General de la Nación, una garantía de que el escándalo
jamás llegaría hasta él. Aunque Martínez reconoció que los dineros de la
empresa brasileña entraron a las campañas presidenciales, se lavó las manos
cuando trasladó el expediente al CNE, donde la impunidad estaba garantizada.
Allí, bajo el mando de Alex Vega, Santos logró que le archivaran todo. Por
cierto, Prieto solía llamar a Vega “mi presidente”, como consta en
las interceptaciones que están en su expediente.
La Fiscalía de Martínez tampoco investigó a fondo la relación
entre los sobornos de Odebrecht y sus millonarios aportes a las campañas. El
mejor seguro para Santos fue que Martínez tenía que cuidar su propio
pellejo.
Las
interceptaciones de la Fiscalía a Prieto que revelé en esta columna asimismo
demuestran que otra jugada de Santos fue mantener bajo control y vigilancia las
versiones de los brasileños mediante un correo humano entre Roberto Prieto y el
lobbista de Odebrecht Eduardo Zambrano. La única condición de los directivos de
la multinacional era que los “trataran
bien”, y Santos les cumplió, como lo prueban sus
conversaciones con Luis Fernando Andrade de la ANI en enero y febrero de 2017,
en las que quedó al descubierto que siempre buscó una solución “amigable” para el consorcio de la Ruta del Sol II, nunca la
caducidad, que era lo conveniente. Los brasileños también cumplieron y
ajustaron sus relatos. La Fiscalía claramente los consintió; ninguno está preso
en Colombia y pudieron salir del país.
Mi columna ‘Operación destrucción’ revela que hay indicios muy
fuertes de que hubo alteraciones en la contabilidad de las campañas de Santos;
lo hicieron, como dijo la cónsul Aracely Rojas, “gancho por gancho” en un salón
del norte de Bogotá. Santos, en una jugada maestra, evitó las investigaciones
por estos hechos.
Las jugadas de
Santos han cubierto todos los frentes: cuando el Ñoño Elías quiso hablar sobre
los dineros de Odebrecht en la reelección, el Gobierno Santos lo trasladó de
celda, una violenta advertencia para el testigo que no ha podido contar lo que
sabe porque la Corte Suprema de Justicia, muy afín con Santos, definitivamente
no lo citó a declarar.
Mi columna ‘Operación destrucción’ revela que hay indicios muy
fuertes de que hubo alteraciones en la contabilidad de las campañas de Santos;
lo hicieron, como dijo la cónsul Aracely Rojas, “gancho por gancho” en un salón
del norte de Bogotá. Santos, en una jugada maestra, evitó las investigaciones
por estos hechos.
Las jugadas de
Santos han cubierto todos los frentes: cuando el Ñoño Elías quiso hablar sobre
los dineros de Odebrecht en la reelección, el Gobierno Santos lo trasladó de
celda, una violenta advertencia para el testigo que no ha podido contar lo que
sabe porque la Corte Suprema de Justicia, muy afín con Santos, definitivamente
no lo citó a declarar.
La única jugada que le salió mal al expresidente y que no pudo
controlar fue la carta de Uribe y Pastrana en la que denunciaron que Odebrecht
consignó en la empresa Gistic 3.850 millones de pesos que, según Andrés San
Miguel, le entregó en efectivo a Esteban Moreno para la segunda vuelta de la
reelección de Santos. ¿Quiénes son los verdaderos cerebros de esta operación?
Hace unas
semanas, en La W a las 12:00 revelamos el explosivo testimonio de San
Miguel, que estuvo engavetado desde junio de 2018 en los escritorios de los
fiscales. La compulsa al CNE solo se hizo en marzo de este año, cuando había
estallado el escándalo que llevó a nombrar a Eduardo Cifuentes como fiscal ad
hoc. Tras nuestra publicación, el CNE abrió
investigación preliminar por irregularidades en la financiación en la segunda
vuelta de la reelección de Santos.
Mientras tanto, en el momento en que la Comisión de Acusación por fin
empezó a mover las investigaciones sobre Odebrecht y la campaña Santos, el
expresidente las paró en seco; recusó al representante investigador Ricardo
Ferro para sacarlo del camino por ser su “enemigo” político. Pero Santos se aseguró con Jhon Jairo Cárdenas,
su admirador furibundo, quien llegó como presidente de la comisión y sin
vergüenza se autonombró investigador de su ídolo. Cárdenas ya fue recusado por
la senadora Paola Holguín por su estrecha amistad con el expresidente. En la
comisión se vive una verdadera pugna política que solo favorece la impunidad de
Santos.
El silencio de
muchos de los amigos del expresidente en los medios ha sido fundamental para
que las investigaciones en su contra no avancen, porque en Colombia solo es
políticamente correcto denunciar a Álvaro Uribe, quien como cualquier
colombiano debe responder si tiene pendientes con la justicia. Pero Santos
también, ¿quién dijo que con el Nobel de Paz el expresidente adquirió inmunidad
judicial vitalicia? No, para el mundo sería impresentable un nobel impune, un
Santos impune que esté por encima de la ley. ¿Para cuándo el conteo de los
indignados en Twitter para que aceleren las investigaciones contra Santos?