Por Emerson Grajales Usma*
La jornada electoral de hoy, debe
servirnos como la hoja de ruta, no solo para los venideros cuatro años, sino
también, para el futuro inmediato del país y los colombianos.
Nos encontramos en medio de las más
insospechadas situaciones de crisis y pánico, no sólo a nivel interno, también
con incomodos vecinos que nos tiene casi que en jaque. Caso de Venezuela, del
que en Colombia, Gustavo Petro ha querido emular en su nefasto estilo de
“gobernar” a la sombra de un impuesto régimen heredado de Hugo Chávez, pero
impuesto con más rigidez, por el orate de Nicolás Maduro.
Precisamente, hace ocho días, que
Maduro, “convocó” de manera rápida y con un fuerte tufillo, a unas elecciones atípicas
a las que sólo se presentó él para luego decir que si la oposición no inscribió
candidato, no era su ´problema porque el proceso de elección o reelección
estaba socorrido por medidas meramente democráticas. Vaya burla, pero se nos
atornillo de nuevo en El Miraflores.
En Colombia, no somos precisamente la
excepción. El presidente Juan Manuel Santos, como dijera Fernando Londoño, en
su columna que le sirvió de forzado retiro a sus escritos en el sesgado diario
El Tiempo. “Son desconcertantes las similitudes entre el itinerario
delincuencial de Samper por conseguir la Presidencia de la República y el de
Santos para preservarla y sumarle la gloria, la fama, la apoteosis romana que
le abrieron a su codicia ilimitada”.
Santos, se les entrego a los mejores
postores, a las Farc, y de paso, nos puso a los colombianos en bandeja de plata
ante semejante engendro narcoterrorista como los son sus actores Timochenko,
Iván Marquez, Jesús Santrich, Pastor Alape, Pablo Catatumbo y toda la recua que
encierra lo que hoy, sin vergüenza alguna, el Presidente Santos y los medios de
comunicación que hoy sirven de recipiente económico de las arcas del Estado,
llaman, líderes políticos.
Vaya desafío social en el que nos puso
su majestad desde la Casa de Nariño.
Y ni poner al dedillo, lo develado por
las autoridades de Fiscalía, cuando detuvieron a Santrich, con fines de
extradición a los Estados Unidos. (Ahí estamos en deuda con el Presidente
Trump). Estaba negociando la media “bobadita” de diez toneladas de cocaína que
cubrirían el mercado callejero norteamericano.
Y con todas las pruebas, la malnacida
JEP, le pudo el palo a la rueda, y la Iglesia católica, que hoy pareciera ser
complaciente con el mercado del narcótico, le echa la bendición, guardando en
sus otrora “sagrados sitios” al asesino de las Farc.
El de hoy, pues, es un día determinante
para el país. No existe candidato alguno, diferente a Iván Duque, que nos pueda
ofrecer el restablecimiento de la separación de poderes, ningún candidato que
nos pueda mostrar el sendero para retomar la paz con base en justicia y la no
impunidad; y no en otro negociado al amparo de los idearios marxistas de los
Castro o de Maduro.
Iván Duque, representa confianza,
optimismo y sensatez para devolvernos la tranquilidad sobre el espeso colchón
de una paz duradera y retirarnos del pánico al que nos lleva al vaivén de una
campaña con oscuros recursos como los que ostenta el candidato de la Bogotá
Inhumana.
No vale la pena hablar de las otras
cartas de las Farc, porque considero, sería llover sobre mojado a lo que
también representa Petro. Me refiero a un De La Calle, máximo inspirador de la
burla al país; y menos de Vargas Lleras, quien pese a haber sufrido dos
atentados terroristas y conociendo su procedencia; no fue capaz de separarse de
la posición de Santos, y terminó confabulado con el crimen, con el fin de
buscar llegar al poder, como similitud a Samper y Santos, así tenga aliados con
las manos manchadas de sangre.
Por eso hoy debemos marcar la diferencia. El futuro lo marcaremos votando por Iván Duque.
*Asesor y consultor
@Grajalesluise