Por Emerson Grajales Usma*
Uno de los departamentos modelos del país por su gente
trabajadora, por sus paradisiacas tierras y por su exclusivo aroma a café, es
Risaralda.
Pero paradójicamente, es una región que ha sufrido en los
últimos años el saqueo de las arcas del departamento en forma cínica y abierta
de los politiqueros de turno, partiendo desde el clan Merheg conjuntamente con
su cuadrilla de escuderos y citando además al propio Sigifredo Salazar Osorio, por
fortuna hoy exgobernador.
No podemos olvidar la extraña y forzada designación que
hizo el mandatario seccional en el año 2018, de un delegado indígena que estaba
impedido para participar como tal en la junta de la codiciada Corporación
Autónoma Regional de Risaralda-CARDER; también convertida en caja menor de la
mayoría de los dirigentes de esta región.
Menos hemos podido conocer a fondo los resultados de una
oscura investigación que está en manos de la Procuraduría pero que, ya
claudicada la era Salazar Osorio, el ente de control no logró identificar las
anomalías y menos, hacer efectivas las sanciones a que hubiesen lugar. Me
refiero al Programa de Alimentación Escolar-PAES, el mismo que el hoy exmandatario
seccional convirtió en fuente económica para repartir entre quienes le brindaran
apoyo a su frustrado candidato de turno, el excongresista Diego Alberto
Naranjo.
Son muchos los fuertes tufillos que se desprenden del
Palacio Gris, hoy abandonado, gracias a que cumplió su infausto periodo, uno de
los seres más alejado de escrúpulo alguno, por Salazar Osorio.
Por fortuna, la pesadilla terminó.
El departamento de Risaralda, inicia hoy con un
gobernante que ya conoce su gente, y que el constituyente primario, ya ha
vivido al dedillo su gestión en pro del tejido social con desbordada entrega.
Ese es Víctor Manuel Tamayo, el dueño absoluto del sentimiento de todos los
risaraldenses.
Hoy, Víctor Manuel, llega con un equipo humano de
aquilatadas capacidades, sano y con una solvencia intelectual en cada uno; difícil
de igualar. Ese será su fuerte para que Tamayo le devuelva a Risaralda y a sus
habitantes, las esperanzas y de paso, alejará cualquier asomo de “dirigentes”
que hoy quieren hacer Ostias y recolectar frutos arrimados a un buen árbol que
en su momento miraron con desprecio cuando vieron alucinados otros intereses
particulares en terrenos infecundos.
Para Risaralda, los aciagos tiempos ya pasaron y quienes
lo retrocedieron en calendas de desarrollo, se montaron en un tren cuya maquina
está escasa de aceite y hoy difícilmente podrán continuar su marcha para seguir
debilitando nuestra región porque el riel oportunamente y con el apoyo de la
gente, cambio su rumbo.
Desde hoy, las esperanzas son más evidentes y por
fortuna, Sigifredo Salazar, ya atravesó el umbral del olvido. Hoy, todos al unísono,
podremos decirlo a gritos:
“En Risaralda, cesó la horrible noche”.
*Asesor
y consultor
Twitter:
@Grajalesluise