Las
grandes epidemias de la humanidad y el COVID-19
Por Karol Daniela Gutiérrez C.*
La historia de la humanidad ha
estado permanentemente vinculada a las enfermedades.
Los epidemiólogos,
infectòlogos, patólogos e historiadores de la enfermedad, han explicado como
las epidemias, plagas o pestes impactan definitivamente en el desarrollo y la
evolución de la humanidad y las sociedades. Debemos darnos cuenta de la
responsabilidad de prepararnos en materia de prevención y medidas de control no
solo para enfermedades infecciosas conocidas sino para aquellas que no
conocemos o que creemos que hemos controlado o erradicado.
Uno de los registros más antiguos que se tiene sobre pandemias, es
la peste de Atenas; la más arrolladora que impactó el mundo griego en el año
430 a.C., al comenzar el segundo año de la guerra del Peloponeso. Una terrible
epidemia se desató en las más populosas ciudades del Ática. Perduraría cinco
años y morirían más de 900.000 personas, un cuarto de la población de aquella
época, conocemos sobre la pandemia a través de la descripción que Tucídides
hace en su obra de la Guerra del Peloponeso. “Describe con detalle la
desesperanza que descendió sobre la población, y la disolución del orden social
y moral como consecuencia de la gran mortandad, la inefectividad de las
plegarias de los médicos y de las autoridades y los desórdenes y crímenes que
se multiplicaban sin que el temor a los dioses o a la ley sirviese de freno,
ante los temores de un futuro incierto”.
Corría el año 541 d.C., y Lo que había iniciado como un leve brote
de una nueva enfermedad se convertiría después en una gran epidemia; que arrasó
Constantinopla y se plasmó en la historia como una de las peores pandemias. En
cuestión de semanas las cifras de muertos pasó de 5.000 al día a 10.000. La
llamada Plaga de Justiniano fue el último clavo en el ataúd de lo que un día fue
el Imperio Romano y se expandió por todo el mundo matando a más de 30 millones
de personas. Según científicos actuales esta pandemia fue generada por la peste
bubónica, la cual sigue siendo considerada una de las mayores amenazas para la
humanidad. Siglos después, este mismo patógeno reaparece, “La Peste Negra” se
sabe ahora, que el agente infeccioso de esta enfermedad es el bacilo Yersinia
pestis, transmitido por la picadura de las pulgas infectadas; Se supone que la peste negra se desplazó por la Ruta de la Seda, a través de la senda
transasiática utilizada para el transporte de la seda china hasta Europa. Según
recientes investigaciones, el primero de noviembre de 1348 los barcos se
detuvieron en Marsella. Desde allí, la peste alcanzó el interior del país,
causando la muerte del 50% de la población de Provenza. La peste llegó a Pisa y
luego a Venecia. En esta última ocasionó, cada día, 600 muertes.
Desde allí se
extendió hacia toda Europa: desde Sevilla a Bergen y desde
Chester a Moscú. Según Gottfriend, París no escapó de su suerte.
Durante los meses de mayor crisis (noviembre y diciembre) se constató que
perecían aproximadamente 800 personas por día. En algunas regiones falleció más
del 50% de la población total. Entre los años 1349 y 1350 En los países de
habla alemana desaparecieron, en sólo cuatro años, unos 200 pueblos y pequeñas
localidades. La Muerte Negra, también, fustigó a Londres hasta finales de la
primavera de 1350. El balance fue desastroso: falleció el 40% de las gentes,
cifra que algunos investigadores elevan al 50%. Todo cambió con la peste. Las
ciudades se despoblaron, se perdieron las cosechas y apareció el hambre y la
desesperanza. Tras innumerables oleadas de destrucción, la peste desapareció,
por fin, de gran parte de Europa Central, sin que se sepa a ciencia cierta por
qué.
Durante el siglo XV reaparece La Viruela; La búsqueda de sus
orígenes nos remonta a Asia y África, donde se cree apareció hace tres mil
años. Invadió Europa, aparentemente a partir del siglo VI, pero es durante la
Edad Media cuando el continente es azotado por epidemias de grandes
proporciones. Se estima, según Haggard, que a lo largo del siglo XV, solamente
en Europa murieron 60 millones de personas. En el hemisferio occidental fue
introducida por los españoles, y apareció en Santo Domingo por el año 1517,
comportándose como un valioso aliado para la conquista, arrasando sin piedad a
sus víctimas; Para Larreta, en poblaciones que eran vírgenes a estos males, el
contagio, los síntomas y la mortalidad adquirían características particulares;
es decir, aumentaban a niveles impredecibles y sus síntomas eran muy variados y
graves, en diversos estudios se observa que, las enfermedades eran nuevas para
los nativos, y despoblaban los sitios antes densamente habitados; morían
familias enteras y nadie podía atender a los enfermos por estar todos
contagiados; el olor de la descomposición de los cadáveres era muy intenso,
tomando como única medida lógica, tirar las casas e incendiarlas, por no haber
ni quien los enterrara. Dejando secuelas de sus efectos dos generaciones
después y aún no sabemos cuántas más. Pero los mismos que introdujeron la
enfermedad en el siglo XVI, enviaron la vacuna tres siglos más tarde
(expedición Balmis-Salvany), siendo la primera campaña de salud pública en las
Américas). Animales portadores, huéspedes y transmisores: vacas (Viruela);
gallinas (varicela); rata ratus (Peste); Rata Norvegicus, (tifo), por citar
algunas.
En 1811 aparece en Asia la pandemia del cólera, que se expandiría
a lo largo del mundo; América, Europa y África y azotaría a la humanidad de
forma concurrida durante todo el siglo XIX y parte del siglo XX. En España por
ejemplo, la primera vez que ataco ocasionó 102 500 muertos en 1843 y la segunda
vez, en 1854, produjo 200 000 muertos, en América, el primer brote de cólera se
detectó en Cartagena de Indias la peste se diseminó por toda la ciudad y los fallecimientos masivos obligaron a las autoridades a cavar una
fosa común. “En la desesperación, cada cierto tiempo se disparaban cañonazos para
supuestamente purificar el aire con el humo de pólvora. Se dice que en
Cartagena aproximadamente la tercera parte de la población murió”. Fue Robert
Koch quien estableció el agente etiológico de la enfermedad: Vibrio cholerae.
Entre 1910 y 1911 aparece una nueva pandemia de Peste Bubónica,
conocida como la Tercera Pandemia, tuvo origen en una pequeña provincia de
china, pero rápidamente migro a otras zonas de Asia, la plaga impactó el
noreste de China matando a 60.000 personas; la tasa de mortandad entre los
infectados fue del 100%. La letalidad global fue de 12 millones de personas;
Paul-Louis Simond fue el médico francés que descubrió que las pulgas eran el
conducto de transmisión de la peste entre las ratas y los humanos. La
cuarentena, evacuaciones forzadas y la quema de los vecindarios afectados,
fueron medidas aplicadas contra la pandemia, que provocando conflictos y
angustias en las áreas más afectadas.
Años después, durante los últimos meses de la Primera Guerra
Mundial, una virulenta cepa del virus de la gripe se extendió rápidamente por
todo el planeta infectando a un tercio de la población mundial y causando la
muerte de millones de personas. La pandemia de 1918 y 1919, también conocida
como la gripe española. Estudios actuales estiman que la mortífera cepa de
virus pudo acabar con la vida de cerca de 100 millones de personas en todo el
mundo. “Los síntomas eran espantosos: los pacientes desarrollaban fiebre e
insuficiencia respiratoria; la falta de oxígeno causaba un tono azulado en el
rostro; las hemorragias encharcaban de sangre los pulmones y provocaban vómitos
y sangrado nasal, de modo que los enfermos se ahogaban con sus propios
fluidos”. Lo que está claro es que el virus se globalizó gracias al masivo y
rápido movimiento de militares por todo el mundo. y si los cálculos son
correctos, entonces, la pandemia habría matado a más personas que las dos
guerras mundiales juntas. Un siglo después, hoy, nuestra generación se enfrenta
a otra gran pandemia, el covid-19; en el 2002 surgió la cepa de un nuevo
coronavirus (SARS Co-V) se propago por diversos países, con una letalidad
global de 813 muertos, los brotes de esta enfermedad fueron controlados, el
Sars o síndrome respiratorio agudo, genera un cuadro de neumonía atípica
agresiva, en el que degenera los tejidos respiratorios hasta el extremo de
producir la necrosis de los mismos. Por lo que esta enfermedad se considerada
de alto riesgo para el ser humano al no existir aún una cura.
Por más sombrías que hayan sido las épocas anteriores la historia
nos demuestra que la humanidad es un eterno renacer, y aunque los microbios nos
han enseñado que llevan la
delantera a los hombres, el sentido común y el instinto de
supervivencia han sido más fuertes. No conozco los alcances que pueda tener la
pandemia del covid-19, ¿sí superará los fatídicos resultados de la peste
bubónica o de la gripe española o no?. La dinámica a lo largo de la humanidad
ha sido que “aprendemos geología el día después del terremoto, de forma similar
podemos decir que el mundo aprende de prevención después de las epidemias; Lo
que sí está claro es que hoy, en el siglo XXI estamos dotados de mejores
herramientas, las otorgadas por las ciencias y las aportadas por la historia;
las experiencias y conocimientos que nos dejan las pandemias anteriores y como
han forjado estas a la humanidad y han despertado la creatividad en el hombre y
el desarrollo de la ciencia. Pero sobre todo, debemos preguntarnos, ¿de qué
manera actuar como especie, como humanidad, como seres sentí-pensantes, para
obtener resultados diferentes?.
*Historiadora