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domingo, 12 de abril de 2020

"El gobierno nacional, y tengo que decirlo con mucho orgullo, ha estado a la altura de la emergencia sanitaria"


El “viacrucis” del gobierno Duque
Por Emerson Grajales Usma*

Con el domingo de resurección, finalizamos la semana Santa en medio de la más profunda crisis sanitaria; por cuenta del coronavirus. No quiero citar ni el número de contagiados ni mucho menos, el registro de muertes por la pandemia a nivel mundial, pues son conmovedoras las cifras.

En el plano nacional, el panorama no es diferente al del resto del mundo, salvo en el bajo registro que entrega el Instituto Nacional de Salud, a través del ministerio de sanidad, sobre los casos de epidemiología y las vitales pérdidas humanas que, repito, si bien no son alarmantes a diferencia de las de Nueva York, España, Francia o la misma China, esta última Nación “suministradora” del virus; si son preocupantes.

El gobierno nacional, y tengo que decirlo con mucho orgullo, ha estado a la altura de la emergencia sanitaria y de los daños o debilidades colaterales como la economía interna, y la enorme preocupación para el Ejecutivo al ver caer en sus propios ojos la estratificación al piso. Ahora, todos somos estrato uno.

Pero el Mandatario, no ha sido indiferente ante ese deterioro en todos los estratos. Tanto así, que se ha dedicado igualmente a buscar evidenciar la población más vulnerable en cada escenario, y digo más vulnerable porque se ha logrado identificar con suprema urgencia a quienes desde meses atrás están registrados en bases de datos de ayudas económicas. Y por otro lado, el presidente Duque, viene trabajando afanosamente en habilitar ayudas para otros sectores de la población como lo son los independientes, los vendedores informales y hasta con los artistas del país. Para seguir su camino en “tirar salvavidas”, ha acudido a la figura de “ingreso solidario”; la que ha llegado a otro grupo poblacional bien urgente.

La flexibilidad del Mandatario de los colombianos, ha permitido que millones de ciudadanos accedan con sus inquietudes en todos los sentidos. El aislamiento obligatorio, como era de esperarse, conlleva a unos matices insospechados. Pues nunca antes habíamos vivido una experiencia tan amarga y sufrida como la actual, y que no solo “estalló” en Wuhan, sino que hizo metástasis en el mundo entero.

El gobierno colombiano, se ha debatido entre quienes estamos de acuerdo en las medidas sabiamente adoptadas y quienes consideran que el presidente Duque va mal en lo que al manejo de la pandemia se refiere. Pero repito, dentro de su leal saber y entender, el nuestro ha sido un gobierno receptivo y que ha convocado a autorizadas voces, internacionales inclusive; en temas como la salud y ha escuchado a quienes les ha tocado vivir duras experiencias por esta crisis en otras naciones.

El “viacrucis” que está viviendo el gobierno del presidente Iván Duque, no es fácil y menos en momentos en que venía de una cruel y despiadada embestida de la oposición por el solo hecho de no permitir que lo sigan presionando para que reactive la “mermelada”, acto grotesco del anterior gobierno y que hoy quieren que se herede.

De algo estoy seguro, y es que dé está crisis, la que muchos critican pero a la que no aportan sus detractores; vamos a salir como Cristo el resucitado. Airosos y con más ganas de servirle al país, y que pese a haber un gobierno que ha agotado todos sus esfuerzos por su entrega para  extirpar este mal con las más insospechadas medidas pero fortalecido para seguir con las más duras acciones con el fin de frenar el virus inclemente del covid19.

Como lo he hecho a través de mis redes, invito a los colombianos a seguir apoyando al gobierno Nacional, y a manternernos aislados, para que entre todos evitemos la propagación del virus.

¡Quédate en casa!

COLETILLA: Pregunto ¿Por qué aquellos que convirtieron las arcas de la salud en sus cajas menores para sus campañas políticas, o las nóminas del sector salud para saldar sus compromisos con sus “amiguis”, no han salido a dar la cara y a ayudar a cubrir los enormes vacíos en el sector hospitalario?

No olvidemos que varios funcionarios de la salud, llevan meses atrasados en sus sueldos y hoy trabajan con sentido humano hasta el punto de arriesgar su propia vida.

Ahora no me digan que la respuesta es porque uno de ellos tiene a su esposa enlazada a la Fiscalia General de la Nación, y sus tentáculos permiten desvincular cualquier proceso por su alto grado de progenie, de la justicia colombiana. Este tema es igual o peor que los actos de corrupción de Odebrecht.   

*Asesor y consultor

@Grajalesluise

Columna de María Isabel Rueda en réplica



Congreso en vapor

Por María Isabel Rueda


Por haber sido congresista –de lo que jamás me arrepentiré– sé perfectamente para qué sirve, y para que no. Siempre lo he defendido como pilar de la democracia, a pesar de su desprestigio, porque tiene su razón de ser, de existir, y su papel en la organización del Estado de derecho. El Congreso no puede cerrarse, como ha pasado en algunos episodios históricos de nuestro país, para que el Poder Ejecutivo pueda comportarse como dictador. 

No. Y ejerciendo su papel, en algunas ocasiones el Congreso acierta, en otras se equivoca gravemente, pero están los pesos y contrapesos de las altas cortes para que moderen sus exabruptos legislativos. Esa familia es nuestro Estado de derecho. En el mundo ideal, que no siempre funciona.

Pero lo que viene pasando ahora se ha vuelto cantinflesco. El presidente del Senado admite que no aguanta más las presiones para abrir sesiones presenciales del Congreso, con todo lo que ello implica. Traslado terrestre de todos los congresistas desde las más remotas ciudades del país junto con sus conductores y escoltas, para luego regresar el jueves a sus regiones. Instalación en sus oficinas con sus secretarias y equipos de la unidad legislativa. Convocar el ‘staff’ parlamentario. Urgentemente a las aseadoras. 

Reactivar los servicios de ‘catering’ en el recinto. Y, luego, preparar las caravanas de regreso. Eso en cuanto a lo operativo. En cuanto a lo legislativo, voy a contar una verdad que me puede costar el más tremendo ‘bullying’.

Este país puede durar perfectamente un año sin Congreso. Y ¿saben qué? No pasaría absolutamente nada. Como insiste cada rato Alfonso Gómez Méndez en sus columnas: legislar no es gobernar. En principio, el Gobierno manejando facultades extraordinarias para legislar vía decretos extraordinarios, y la Corte vigilando sus excesos, nada grave nos puede pasar.

Sí, es cierto, ciertísimo, que el control político de un Congreso al Gobierno es crucial. Pero hasta ahora nadie ha dicho que no se pueda hacer vía digital. En las sesiones virtuales podrán también tener a su presa de predilección, el ministro del ramo, respondiendo horas y horas en el Parlamento, que lo distraen de su labor esencial, contener el coronavirus. Todo para que los congresistas de oposición mantengan este instrumento televisado para exhibirse en tribuna contra el Gobierno, frente a sus huestes políticas. Muchos están furiosos de que en capilla de elecciones a legislativas y presidenciales el Congreso esté cerrado físicamente, no legislativamente, para ponerse a tono con las medidas preventivas que ha decretado el Gobierno. Pero no querer explorar la posibilidad de sesionar, como lo permite el artículo 140 de la Constitución, y por motivos de orden público –como lo recordó en su columna en estas mismas páginas Alfonso Gómez Mendez– y como si el coronavirus no fuera el más grave motivo de alarma pública de los últimos 40 años, trasladando su sede “a otro lugar”, implica por lo menos una miopía malalechosa o una idiosincrasia de estrechez santanderista.

Quizás el episodio más gráfico de esta semana haya sido escuchar al senador oposicionista del Polo Jorge Enrique Robledo decir que, a diferencia de otros colombianos mayores de 70, Robledo merezca, por ser él, una excepción para moverse como Pedro por su casa. Se le notan los nervios. Todos estamos nerviosos, senador. Unos porque podríamos perder nuestros trabajos; otros, porque podríamos enfermarnos o que lo haga alguien de nuestro cercano entorno. Pero, créame. Que usted, mayor de 70 años, y tiene todos mis respetos, exija el privilegio de moverse por donde quiera, a diferencia de otros setenteros, y de ir al Congreso a sesionar, como le escuchamos decir, “por ser usted”, para ir a fusilar al Gobierno en sus esfuerzos por combatir el coronavirus, no nos sirve de nada ni a nosotros, ni a usted, que está exponiendo su vida y la de sus colegas. Modernícese. 

Búsquese la manera de hacer un debate de control político vía internet. Le prometo que estaré pendiente, como en cada uno de sus debates, que personalmente sigo con mucho interés.

Pero ya lograron Robledo y su grupo algo increíble: que el presidente del Senado, Lidio García, dijera que, aunque él no está de acuerdo, por presiones insuperables citará a sesiones físicas del Congreso el mismo día en que se acabe la cuarentena.

Eso sí, senador Robledo, tendrá que escoger. Entre escupirse con sus colegas o echar discursos con mascarilla.

Entre tanto… Las Cortes funcionando virtualmente y el Congreso arrodillado a ver si ellos también pueden. ¿De cuál es la autonomía de la que hablan?

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