Por Emerson Grajales Usma*
Este domingo, leí una columna a vuelo de pájaro de un “periodista” cuyo
nombre me niego a recordar, y me encontré con una frase en dicho escrito que algún
día había observado en la ciudad luz, Paris; en uno de mis viajes que hacía desde
Londres. La frase decía “La nostalgie de la boue” (La nostalgia del fango).
Y, hoy quiero rebatirla porque concluyo que viene al tema sobre el cual me
voy a referir, en medio de los aturdidos trinos a los que “obligadamente” nos
han puesto en circulación en la ya moribunda red social de twitter. Y esto a raíz
de un enfrentamiento entre el ex presidente Álvaro Uribe Vélez y el periodista
Daniel Samper Ospina, sobre un tema que no citaré porque es ya de público y
amplio conocimiento.
El primero, fue el actor principal, mientras el segundo hizo el papel antagónico,
y buscó como “cuadrilla” a un puñado de periodistas, en su mayoría del “anillo
de seguridad” del presidente Juan Manuel Santos. Hasta una fundación que actúa de manera
amañada y clasificando a los periodistas, no se apartó del tema y posó como
defensor del cuestionado editor.
Esos mismos periodistas, son quienes han omitido de publicar los enormes daños
que el sedicente “Presidente” Santos, le ha hecho y le está
haciendo a nuestro país.
Un gobernante que ha enlodado de manera vertiginosa la imagen de Colombia y
dicho sea de paso, también la de su apellido Santos, que heredó de su padre, un
hombre probo, pero que de eso si no tuvo la indeleble capacidad el nefasto presidente
de beneficiarse. Santos, nos ha paseado por los insospechados escenarios a los
que solamente él ha acudido como persona. Es sinuoso, mentiroso, tramposo,
calumniador y un centenar de etcéteras, etcéteras.
Con sobrada razón, y sin querer queriendo, Santos develo su posición con
una frase apenas acomodada al inquilino de la Casa de Nariño: “La lucha por el
poder político, saca a relucir lo peor de la condición humana”. Tal cual.
A todo lo anterior, que pareciera apenas justo para una nación colmada en
un sinnúmero de problemas y faltantes, hay que sumarle la triste llegada al
poder, por vía rápida y sin pagar “peaje” de los verdugos de nosotros los colombianos;
los “intocables” terroristas de las Farc. A estos patibularios, el aciago gobierno
de Juan Manuel Santos, les acondicionó, no una justicia especial para la paz,
sino; un arma especial para la venganza contra la oposición. Sobre este tema de
la JEP y de estos criminales, me referiré en próxima columna.
El señor Juan Manuel Santos, hoy dueño de un irrisorio 12% de popularidad,
cifra que nunca nuestro país había registrado en gobernante alguno; cree que
con sus macabros actos, logrará sostener el poder en cuerpo ajeno en el 2018.
Pueda que en las actuales calendas, no veamos el siniestro que este gobierno
cínico y torturador le está haciendo al país; pero muy seguramente, los
reflejos serán evidentes en corto tiempo. Para entonces Santos, con sus holgazanes que
se cuentan entre sus hijos y amigotes, estarán fuera del país porque como reza
aquel ya añejo adagio: “Cuando el barco se hunde, las ratas saltan”.
Tanto con el legislativo, cuyos miembros llaman muy acertadamente “la
oficina”, como queriendo emular a la criminal de Envigado, y el amotinado
Presidente Santos, nos tienen hoy por hoy, en el fango.
*Asesor y consultor
@Grajalesluise