El precandidato Carlos Holmes Trujillo García, es sin duda alguna, uno de los hombres más grandes que tiene el país; es todo un Estadista que el pueblo colombiano no puede privarse de llevarlo al Solio de Bolívar.
Aquí dejamos un registro fotográfico de su vida pública. (Fotos archivo)
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sábado, 1 de julio de 2017
Columna de Emerson Grajales Usma* /Exdirector y fundador de RESCOLDO COLOMBIA
Por
Emerson
Grajales Usma*
El primero de noviembre de
2013, el actual presidente de Colombia Juan Manuel Santos, dijo desde
Barrancabermeja que “en su gobierno ningún alto funcionario ha sido señalado
por actos de corrupción, “no como en otros gobiernos de los que terminó la
mitad en la cárcel””.
Con estas palabras se
despachó contra los dos gobiernos de Uribe, curiosamente, de los mismos de los
que el presidente Santos, hizo parte con desbordado poder. Su apreciación fue
hecha en medio de la inauguración del primer Plan Municipal de Superación de la
Pobreza Extrema.
Desde aquella fecha, han
transcurrido tres años y siete meses.
Para redactar estas líneas, pedí a los organismos de control como ciudadano natural en uso de mis facultades en derecho de petición; cuales funcionarios del gobierno de Juan Manuel Santos, han sido sancionados o están investigados por actos de corrupción en sus dos cuestionadas gestiones. Me encontré con una lista larga tanto de la Procuraduría como de la Contraloría General de la Nación.
En mi investigación averigüe
el por qué no ha salido fallo alguno cuando varias investigaciones están bien
avanzadas y existen indicios serios para ser llamados a indagatoria y fallar en
derecho, la respuesta fue apenas normal; “estamos hablando de altos funcionarios,
muchos de ellos, que son intocables según instrucciones de la presidencia”. Así,
difícil de evidenciar si hay o no corrupción en el anterior y actual mandato de
Ejecutivo de marras.
Pero cuarenta y tres meses después,
los hechos de corrupción y sus actores principales y de reparto, se empezaron a
caer por su propio peso, luego que el
presidente Santos, a todo pulmón, abriera sus fauces en cada escenario para “mostrar”
que en sus dos gobiernos ha tenido solo funcionarios impolutos. Ya estamos
acostumbrados a sus engaños, como lo dijo el mismo presidente a su otrora
escudero Pinzón “la lucha por el poder saca lo peor de la condición humana”.
En la última semana de
junio, una noticia sorprendió al país, precisamente cuando todavía no pasábamos
las mentiras emitidas desde el circo que Santos conjuntamente con la agrupación
narcoterrorista de las Farc y con la complicidad y complacencia de la ONU, montaron
en Mesetas, Meta; para que el grupo criminal efectuara la “entrega total” de su
equipo bélico. Cosa que no fue así, y cuyo tema me da para otra columna
inmediata.
El Director (Zar) de anticorrupción
de la Fiscalía General de la Nación, Gustavo Moreno, fue nombrado el 6 de
octubre directamente por el fiscal Néstor Humberto Martínez, y pese a ocupar
uno de los cargos más importantes del ente acusador, su nombre habría aparecido
menos de un mes después asociado a la exigencia de una coima, ya fue capturado
por sus subalternos por actos de corrupción dentro de la misma entidad. Válgame Dios.
Moreno, quien recibió dadivas
en gruesas sumas de dinero como resultado de un cohecho, por US$ 10.000 como
anticipo a una exigencia de $500 millones de pesos; se convierte en el
alto funcionario del “impecable” gobierno de Juan Manuel Santos, en ser
extraditado por el delito de corrupción. Una Corte del Distrito Sur de La
Florida lo solicitó por conspiración para lavar activos con fines de soborno
extranjero y para su captura en cualquier parte del mundo emitió una circular
roja de Interpol.
Caben ahora tres preguntas. ¿Qué
opina don Juan Manuel Santos, luego que hoy el país le aplica aquella máxima ya
de antaño según la cual “el pez muere por su propia boca”? ¿Para cuándo se
producirá la renuncia de quien fue el nominador directo de Gustavo Moreno, en
este caso, del Fiscal General Néstor Humberto Martínez? Y una última. ¿Cuándo los
entes de control fallarán los expedientes que reposan en el “cementerio” de la
impunidad, actitud de la que ya el gobierno Santos, nos tiene acostumbrados?
Es lamentable pues, que el
Fiscal Néstor Humberto Martínez, tardío en su dimisión, hubiera nombrado en un
cargo de tanta responsabilidad a una persona sobre la cual existían cuestionamientos
serios y sólidos, como quien dice; dejó al ratón cuidando el queso.
*Asesor
y Consultor
@Grajalesluise
Columna de Juan Lozano/ en réplica
Una sola voz contra el terrorismo
Por Juan Lozano*
En tiempos de la arremetida salvaje de Pablo Escobar y los extraditables contra la sociedad colombiana, durante la cual explotaron aviones en vuelo, edificios del Gobierno y centros comerciales, el Estado sabía quiénes estaban detrás de esa ofensiva y qué perseguían. “Preferimos una tumba en Colombia a una cárcel en Estados Unidos”, repetían tras cada acción terrorista, con el propósito de arrodillar al país.
No sucede lo mismo hoy. En medio de este difícil entorno, con un complejo proceso de paz en implementación, con una mesa en entredicho con el Eln, con un ‘cartel del Golfo’ muy activo, con una destructiva polarización política, con nacientes grupos armados, con un Gobierno profundamente debilitado y con el sol a las espaldas, no es claro quiénes son los responsables del atentado, cruel y cobarde, del centro Andino.
En el momento de escribir esta columna, ni el Eln, ni el ‘clan del Golfo’, ni el MRP, ni las autodefensas gaitanistas, ni las disidencias de las Farc ni banda alguna de los neoextraditables –hoy particularmente nerviosos tras el endurecimiento de Estados Unidos en materia de narcotráfico en la era Trump– se han atribuido la autoría del atentado. En sus declaraciones del domingo al mediodía, el presidente Santos mencionó que se manejan tres hipótesis distintas sobre la autoría criminal, al tiempo que advertía que no las mencionaría para no obstaculizar ni afectar la investigación.
Por eso resulta tan delirante y doloroso lo que empezó a ocurrir tras el estallido en las redes sociales y se trasladó luego a otros escenarios: una proliferación de mensajes brutales de algunos santistas contra Uribe, de algunos opositores contra Santos, de algunos petristas contra Peñalosa, de algunos peñalosistas contra Petro, todos contra todos, algunos de la izquierda contra la derecha, algunos de la derecha contra la izquierda, en fin.
“Por sus trinos los conoceréis” dijo bien Carlos Duque, y agregó: “Explota un petardo mortal en un baño y se revientan las cañerías en las redes”. Cada uno es libre de pensar lo que quiera y de decir lo que quiera. Lo que sorprende es que parte de lo que pretenden los terroristas es precisamente eso. Sembrar el caos y la confusión. Que no solo exploten los baños, sino la sociedad. Que la perplejidad se traduzca en amedrentamiento, pánico y, por ende, miedo y debilidad.
Los únicos ganadores de esa guerra de memes crueles, de fotos improcedentes, de acusaciones irresponsables, de trinos envenenados, de insultos ponzoñosos y de todas las manifestaciones posteriores, incluso fuera de las redes sociales, son los mismos terroristas, que logran evitar un consenso integral, contundente y definitivo contra sus métodos en todos los estamentos de la sociedad, de manera que en vez de estar todos unidos rechazando el terrorismo, estén convirtiendo en cuadrilátero de mezquindades las muertes dolorosas de Ana María Gutiérrez, Leidy Paola Jaimes y la francesa Julie Huynh, quien prestaba un generoso servicio social en nuestro país.
Si la sociedad no está monolíticamente unida para rechazar, enfrentar, combatir, prevenir y derrotar el terrorismo, este, venga de donde venga, se abre camino. Nada lo justifica. Nada lo atenúa. Nada lo hace tolerable. No importa quién ponga la bomba para que se deba proceder a rechazarlo con firmeza desde todas las toldas y a exigir su identificación y captura inmediatas.
No hay terroristas buenos. No hay terrorismo altruista. No hay terrorismo justificable. Y mucho menos cuando actúan con la cobardía, premeditación y precisión que quedaron en evidencia luego de dejar el artefacto explosivo en un baño de mujeres, usualmente, además, frecuentado por pequeños niños con sus mamás e incluso por bebés a los que sus madres amorosas cambian el pañal.
*Exministro
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