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viernes, 13 de octubre de 2017

"El país que soñamos" Columna de Emerson Grajales Usma / Ex director RESCOLDO

El país que soñamos

Por Emerson Grajales Usma*

Cuando el entonces ministro de Defensa Juan Manuel Santos, le suplicó al mandatario Álvaro Uribe Vélez, que le diera su aval para aspirar a sucederlo en la Casa de Nariño; el presidente Uribe, accedió basado en que la plataforma política que lo sostuvo como jefe de Estado en dos periodos, sería respetada y honrada por Santos si llegaba al primera cargo del país.

De inmediato se “editó” una campaña basada en que una posible llegada de Juan Manuel Santos, al poder, seguiríamos abrazando la tranquilidad que reinaba por aquellas calendas en gran parte del territorio nacional, en temas de seguridad, empleo e inversión social.

Ese parte de tranquilidad, le permitió a Colombia albergar un sinnúmero de inversionistas extranjeros que vieron en nuestra nación un verdadero paraíso terrenal. También se reactivó la productividad agrícola y ganadera ante el notorio ausentismo de los actos belicosos y desestabilizadores por parte del primer grupo terrorista y criminal como lo ha sido las Farc. Uribe, los tenía sitiados.

Pero, sucedió lo que ya el país conoce y a fondo. Don Juan Manuel Santos, no sólo traicionó a su mentor Álvaro Uribe, sino también a quienes votamos por él luego que hubiéramos sido persuadidos para que lo apoyáramos. Vaya tragedia.

Siempre soñamos con un país colmado de prosperidad, de oportunidades laborales y donde la seguridad democrática abanderada por el hoy senador Uribe, siguiera su rumbo que nos permitía pasearnos a lo largo y ancho de la geografía nacional. Luna de miel que sólo nos duro ocho años.

El nefasto presidente Santos, mal asesorado por el también infausto hermano, Enrique; paralelamente con su inicio en el primer periodo, le dio “rienda suelta” a unos diálogos clandestinos, con el narcoterrorista grupo de las Farc. Pero Santos, el presidente, abordó el campo del engaño desde el mismo inicio de su gobierno, y al conocerse que se adelantaban contactos del Estado a través de terceros con las Farc, salió a los medios de comunicación a desmentir las versiones que sobre ese hecho, había advertido el ex presidente Álvaro Uribe Vélez. Ahí fue trolla.

Era de esperarse que ante la oportunista actitud de Juan Manuel Santos, la relación tanto política como personal, colapsara entre Santos y su antecesor y mentor Uribe.

Pero, don Juan Manuel, no contento con lo que a espaldas del país estaba haciendo para favorecer al grupo criminal de las Farc, convocó a un plebiscito del que consideró le permitiría “lavarse las manos” y abanderó una campaña para que los colombianos apoyaran los acuerdos gobierno-Farc. El tiro, se le fue a Santos por la culata. Ganó, ampliamente, el NO.

La campaña del NO, cuyos costos fueron registrados muy por debajo de los enormes gastos que asumió el Estado; ganó. La abanderó un puñado de personas que vieron que Santos nos estaba conduciendo al abismo. Lo lamentable, fue que ganamos y en un acto propio de los golpistas; desde el solio de Bolívar, Santos, desconoció el fervor popular que en su gran mayoría, habíamos rechazado ese “negociado” con las Farc, cuyo fuerte tufillo aun se siente.

Pero, los actos golpistas, fueron más allá. El mandatario demostró una vez más su indeleble inclinación por el Castrochavismo, y delimitó, sin sonrojarse en lo más mínimo, los poderes.

Convirtió al legislativo y al judicial, en sus órganos de bolsillo. Se los “puso de ruana” al verse descubierto de poder. Vía Fast Track, “empotró” leyes a la Constituyente, terminando de convertirla en una verdadera colcha de retazos. La Corte, hoy, le dio un duro golpe a la Constitución y la ley, blindó por doce años los acuerdos del gobierno y el grupo criminal y narcoterrorista de las Farc.

La tarea, que no será nada fácil ante los engaños, una chequera a la orden del día y una maquinaria aceitada; hay que asumirla para que en el 2018 retomemos el rumbo del país, las leyes y la constitución.

Ante todo lo ya descrito en esta columna, debemos preservar las esperanzas de que veremos luz al final del túnel. Los candidatos gobiernistas que posan de humildes ovejas, no pueden tener la más mínima esperanza de una oportunidad para que nuestra nación se nos siga destruyendo a pedazos; para que el país siga el indeseado camino del socialismo del siglo XXI, para que se permita claudicar ante los violentos y despreciar a sus víctimas.

El Centro Democrático tiene un aquilatado abanico de precandidatos, todos seis con un cumulo de experiencia y avalados por destacados pergaminos. Los senadores Carolina Guerra, Paloma Valencia e Iván Duque que conjuntamente  con Carlos Holmes Trujillo, Rafael Nieto y con la llegada de Luis Alfredo Ramos; conforman la esperanza para manejar un país en el que todos vivamos en paz y donde la justicia siga predominando por encima de intereses mezquinos que hoy nos imponen.

El país que soñamos, lo podemos alcanzar, pero la palabra la tiene usted a través de las urnas el próximo año.

*Asesor y consultor

@Grajalalesluise

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