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viernes, 20 de mayo de 2016

#Opinión "Mal paga el diablo a quien bien le sirve" Por Emerson Grajales Usma*

Mal paga el diablo a quien bien le sirve
Por Emerson Grajales Usma*

De esta máxima muy conocida pero que ha cobrado más vigencia por estos días, bien vale la pena recordar lo que en el fondo significa. “Mal paga el diablo a quien bien le sirve”: Significa que el diablo no es leal ni tiene gratitud aún ni por quienes le obedecen y están a su favor. La frase es un refrán metafórico que enseña que de la gente de mal corazón no se puede esperar, nobleza o gratitud, pues siempre serán convenencieros e ingratos, así es su naturaleza.
Y no voy a darle más rodeos para empotrarla en los recientes censurados pronunciamientos del presidente Juan Manuel Santos, contra su mentor, el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe Vélez.
Conozco al mandatario Santos, desde que él era columnista desde su periódico familiar, (El Tiempo) y yo ejercía igualmente como columnista de la sección El Tiempo-Café, humilde tarea que yo ejercitaba paralelamente con la dirección de un noticiero en el eje cafetero.
Santos, nunca me dio buena espina, pues su visual adornada por una profunda y constante depilación, dejaba (y deja aún) entrever su ponzoña atrincherada en su embaucadora mirada que siempre se muestra diabólica.
Santos, a través de su trayectoria pública, se ufanaba de haber presidido una fundación mal llamada “buen gobierno”, la misma que hoy dirige su hijo Martin, pues la fundación, al parecer, fue creada para albergar con jugosos honorarios, a los holgazanes que quieren saltar al poder sin la más mínima gota de sudor a través de una carrera representativa, bien en el sector privado o público.
Cuando Santos se desempeñaba como ministro de Defensa del gobierno de Uribe; le manifestaba de manera hipócrita que ojala se dieran las cosas para que él –Uribe- fuera candidato por tercer periodo, pero don Juan Manuel, valiéndose de ser un hombre calculador, cruzaba hasta los dedos de los pies, para que no lo fuera y en su efecto, él aspiraría. Y vaya de qué manera ganó. Don Juan, usurpó la plataforma política que sostenía el hoy senador Álvaro Uribe; basada en seguridad democrática, inversión social y atracción económica extranjera disparada gracias al regreso de la tranquilidad que se palpaba por las carreteras del país a lo largo y ancho. De una mesurada tasa de empleo nunca antes registrada, pero lo más importante, con una guerrilla diezmada gracias a los constantes ataques con la fuerza pública, sin dar tregua a los criminales. Los secuestros habían pasado a la historia, en especial los efectuados por medio de “pescas milagrosas”.
Pero Juan Manuel Santos, salió del país precisamente cuando la Corte Constitucional estudiaba por esos días si era o no posible que Álvaro Uribe, aspirara a un tercer periodo; mientras que Santos hacía lobby telefónico desde Europa de manera clandestina, para que la reelección que Uribe buscaba, fuera inviable; como efectivamente lo fue.
Este segmento político-traidor, no se logró conocer por aquellas calendas gracias al hermético secreto que mantenía el exministro de Defensa de Colombia. Hoy, los detractores de Santos, lo han dado a conocer de manera “viral”.
Inocentemente el Presidente Uribe, “apoyó” su aspiración y a través de otros dirigentes de su entera confianza, logró colocar a disposición de Santos, el “establecimiento” político para que lo apoyara. Don Juan Manuel, se comprometió con congresistas seguidores de Uribe, a continuar con las políticas de seguridad democrática. Pero mintió y se dedicó a gobernar a su “imagen y semejanza” como reza en la Sagrada Biblia. Es evidente que Juan Manuel Santos, estaba “embriagado” por el poder y no consideró que las grandes manifestaciones públicas, eran producto de la plataforma política y la fuerza popular del hoy senador Álvaro Uribe Vélez.
Don Juan Manuel, llegó desafiante al primer cargo de la Nación y llamó a los archienemigos de Uribe, para que lo acompañaran a gobernar desde los ministerios. Fue el caso de Germán Vargas y de Juan Camilo Restrepo; por citar sólo dos de entre otros que se conocen.
Otro punto que marcó el distanciamiento entre Santos y Uribe; fue haber permitido, sin ser gobernante aun Juan Manuel; que Enrique Santos, su hermano, se entrevistara en territorio venezolano y en la proxeneta Cuba, con los cabecillas de la agrupación terrorista Farc de manera clandestina y sospechosa.
Esta cadenilla de casos, fue lo que disparó la alarma para que Uribe observara que evidentemente fue traicionado por su discípulo y armó tolda aparte. Allí, podemos entonces citar la máxima con la que rotula esta columna según la cual: “Mal paga el diablo a quien bien le sirve”.
Y no quiero terminar estas líneas, sin permitirle al presidente Juan Manuel Santos, conocer un pensamiento de mi hermano Javier (q.e.p.d) escrito en una de sus noches de bohemia y que muy seguramente le llega a precisión de anillo.
 "Yo todo lo perdono con voluntad de acero, perdono todos los errores de mi actitud; más perdonar no puedo de un corazón sincero a un monstruo abominable, aterrador y fiero que habita entre la humanidad y se llama INGRATITUD"
*Asesor y consultor       
@Grajalesluise


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