El
extorsivo impuesto del terrorismo
Por Emerson Grajales Usma*
El reciente anuncio de la
agrupación criminal de las Farc en el sentido de que ellos no extorsionan sino
que exigen un impuesto, me traslada a principios del año dos mil, cuando en una
reunión que sostuve con el entonces presidente de Fenalco, Sabas Pretelt De La
Vega; me exponía las preocupaciones del gremio empresarial por una mención que
también hizo en ese sentido ese grupo terrorista por aquellas calendas, según
el cual, el que tuviera un patrimonio superior a los 2000 millones de pesos,
debía pagar un “gravamen”. Es evidente que serviría para sostener las
criminales operaciones. Ese delictivo anuncio, disparó las alarmas en las grandes
empresas y hasta en las pymes.
El propio presidente de la
República, Andrés Pastrana, se pronunció en el mismo sentido señalando “que
flaco servicio le hace a la paz -la guerrilla- intimidando a los colombianos
con amenazas de secuestros”.
Hoy, los tiempos no han
cambiado, pero si sigue siendo más tupido el cinismo de esa agrupación
narcocriminal. Hablan dos idiomas desde La Habana. Uno, el de la supuesta
reconciliación y la paz, y el otro, deplorable por demás; el de la extorsión y
el secuestro para quienes no cumplan sus exigencias económicas.
Y lo peor de todo, es que
quien debiera protegernos como respuesta a un mandato constitucional, no lo
haga y por el contrario, se muestre solidario y complaciente con esa aberrante
práctica. No creo que en Colombia, exista una sola persona que dentro de sus
cinco sentidos no esté de acuerdo con la paz, pero quienes hoy abanderan esa
necesaria paz, se equivocan en la forma en que se está negociando, consabido
además, que la paz no se negocia, la paz es un don que nos debe acompañar a
diario como seres humanos.
El presidente Juan Manuel
Santos, ha sido claro e insistente en que la paz se hace con el enemigo; pero
no ha querido entender que las partes deben de mostrar voluntad y las Farc por
el contrario, se han mostrado más valentonadas y han seguido el sendero de la
extorsión, el secuestro, el reclutamiento de niños y el narcotráfico. Conclusión,
no quieren abandonar su actividad criminal.
Entonces uno se pregunta. ¿Con
quién está negociando el gobierno de Santos? ¿Qué buscan las Farc con “quemar”
tiempo en La Habana? ¿Acaso se están rearmando y se están autoabasteciendo
económicamente? Porque la verdad, se ha
avanzado enormemente, pero en la retórica y en los papeles, más no en el campo
de acción tanto de la guerrilla como del gobierno, y es donde necesaria y
urgidamente, se deben dar los resultados.
El extorsivo impuesto de las
Farc y del ELN, no puede ser visto por el gobierno como un acto recto, ni menos
pasar la raya de la complacencia.
Extorsionar a cambio de
respetar la vida y la libertad de una persona natural o de frenar la actividad productiva
de una empresa cualquiera que sea y del nivel que esta tenga; no puede ser
permisivo en una mesa de negociación y allí lamentablemente hay que decirlo, el
presidente Santos ha posado de silente. Eso es grave.
Se equivocan las Farc si
creen que esa posición de dictadores y reyezuelos, la va a recordar el país
para una eventual campaña política donde deberán buscar desde la plaza pública
el fervor popular.
Tampoco la justicia transicional
puede estar hecha a la medida del terrorismo como se la quiere acondicionar el
gobierno.
De otro lado, veo con
preocupación, que se esté negociando una dejación de armas que no es lo mismo
que entrega. Ese “mico” que le quieren dejar colgado al proceso, no puede ser
permitido. No tiene presentación, que los que lleguen al Congreso, exhiban sus
amas como muestra de poderío o para seguir amedrentando y así presionar
aprobaciones indebidas de acuerdos para ser llevados a ley de la República.
También la agrupación
terrorista de las Farc, debe alejarse de sus continuos chantajes a los
periodistas y medios de comunicación, por no prestarse para servir de sus
idiotas útiles o no callar la verdad.
Bienvenida la paz, pero una
paz que este unida por la razón y no con cartas bajo la manga. Una paz donde
las víctimas sean legítimamente reconocidas y los victimarios paguen por sus
crímenes. A esa paz aferrada a la justicia y alejada de la impunidad, si le
apostamos los colombianos, y estoy seguro, que todos los partidos y movimientos
políticos, estarán allí como muestra de respaldo para el futuro de Colombia.
@Grajalesluise