Por Emerson Grajales Usma*
El
contundente triunfo de Iván Duque, en la segunda vuelta presidencial frente al
candidato de la Colombia Humana, nos permite hacer una reflexión en frio, sobre
los resultados.
No
es fácil, llegar a un triunfo con un gobierno que constantemente inclinaba su
balanza para atajar la legitima aspiración de Iván Duque, con equivocas tesis
según las cuales, “Duque es Uribe”. Otra más. “Duque, va a ser el títere de
Uribe”.
Y
así sucesivamente, con el agravante que desde la Casa de Nariño, se orquestó
una cadenilla de ofrecimiento de dadivas para los congresistas que no apoyaran
a Duque pero que sí lo hicieran por otro más opcionado para ganarle al
candidato del Centro Democrático-CD. Lo duro, es que no trabajaban esa
“atajada” por el propio Duque, sino, para frenar al expresidente y senador
Álvaro Uribe Vélez, dejando ver sus odios, al contrario de Santos demostrarle
gratitud, pero de eso ni poquito conoce el saliente inquilino de la Casa de
Nariño.
Pero
los resultados de la primera vuelta, ya nos daba una clara señal, que pese a
las triquiñuelas desde el alto gobierno, no hicieron impacto y menos el apoyo
que Gustavo Petro, recibió del régimen de la “Venezuela Humana”, para que el
candidato del CD fuera “noqueado” en el segundo raund.
Para
nadie es un secreto, que ya advertidos por el catastrófico ex alcalde de
Bogotá, sobre qué hará una “férrea” oposición; le corresponderá al nuevo
Mandatario, cumplir al dedillo, su programa de gobierno que se dio a conocer hasta
el último rincón del país. Esto sin contar con que, desde ya se quiere que a
Duque lo herede otro del mismo movimiento en el 2022.
La
tarea, no es sólo cumplir lo prometido durante la campaña a lo largo y ancho
del país. La tarea, consiste en demostrar que el entrante gobierno de Duque,
estará alejado de toda insinuación de clientelismo y “mermelada”. Y lo digo por
la llegada en paracaídas de otros partidos y movimientos, que muy seguramente
estarán en la posesión, con “ponchera” en mano, como es costumbre en las
Iglesias. A eso, no se le puede apostar.
El
nuevo Mandatario ha dicho repetitivamente que no aceptaba adhesiones con
compromisos burocráticos. Eso lo tiene que ratificar desde el inicio de su
gobierno.
También
ha manifestado, que los Ministros que designe, serán para los cuatro años de su
Mandato. También permite, con ese método, que los programas de cada Cartera, se
vean interrumpidos o frustrados por el saliente ministro.
Otra
tarea que debe cumplir el entrante gobierno, será la de generar confianza
inversionista, pues los grandes empresarios de otras Naciones, se habían ahuyentado
ante una posible llegada de Gustavo Petro. Pues siempre lo vieron como el lobo
que no sólo se quería comer las ovejitas, sino que además, andaba detrás de
caperucita roja (léase empresarios nacionales).
En
cuanto al proceso de paz que firmó amañadamente el gobierno Santos con las
Farc, y en aras de buscar un inmerecido premio, entregó hasta la agenda del
Estado a cambio de nada. No es necesario que el Presidente Iván Duque, vuelva
trizas los acuerdos, pero sí urge de una revisión de fondo y unos ajustes tan ineludibles,
como los que requiere la sospechosa Justicia Especial para la Paz –JEP.
Esperemos
pues, que detrás de la llegada del nuevo gobierno del doctor Duque, lleguen las
esperanzas y se evidencie la frase que para su campaña acuñó el entonces
candidato del Centro Democrático. ¡El Futuro Es De Todos!
*Asesor y consultor
@Grajalesluise