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domingo, 29 de julio de 2018

Opinión "Uribe, a la guandoca" Columna de Mauricio Vargas L. / En réplica

Uribe, a la guandoca

Por Mauricio Vargas L*

Cuando algunos ilusos creíamos que el ambiente de crispación política, que lleva más de una década, cedería con la llegada de Iván Duque –uribista, sí, pero ponderado y ajeno al insulto y la agresión– a la Casa de Nariño, apareció la Sala Penal de la Corte Suprema, que tantos sesgos ha demostrado en estos años, para poner al expresidente Álvaro Uribe a las puertas de la cárcel, bajo acusaciones de soborno y fraude procesal. Aunque algunos odiadores del exmandatario se están relamiendo los bigotes, lo cierto es que la decisión de la Sala Penal plantea un escenario muy inquietante.

Para hacer corto un cuento largo, a Uribe lo acusan porque supuestos mensajeros suyos trataron de convencer a un paramilitar preso, Juan Guillermo Monsalve, para que declarara en contra del senador Iván Cepeda, enemigo acérrimo del expresidente, y para ello le ofrecieron prebendas con tal de que Monsalve –eso sugiere la acusación– empapelara a Cepeda, incluso con un falso testimonio. Las pruebas, profusamente filtradas por los magistrados de la Sala Penal a varios colegas, comprometen a esos mensajeros, entre ellos abogados y un congresista del Centro Democrático, pero no sé si basten para señalar al expresidente.

Uribe y sus asesores son culpables de un gravísimo error de cálculo: denunciar en 2012 al senador Cepeda ante un tribunal –la Sala Penal– que carga con años de animadversión en contra del exmandatario y de todo lo que huela a él. Fue una estupidez, pues desde el principio era previsible que, con el sesgo de los magistrados, el caso se voltearía contra Uribe. Sus consejeros tienen la culpa de haberle recomendado esa denuncia, y él tiene la culpa de haberles hecho caso.

Pero, además, esos allegados al exmandatario cometieron el error de ponerse a hablar con un criminal que se ha destacado por cambiar su testimonio, y cayeron redonditos en la trampa que ese oscuro personaje, al parecer manipulado por enemigos de Uribe, ayudó a tenderles: el que con niños se acuesta untado amanece. Es el típico pecado de tanto cabeza caliente que rodea a Uribe, y el típico pecado de Uribe de seguirles el consejo.

Pero, por muy equivocado que haya sido su cálculo, nada de lo anterior demuestra que Uribe sea un criminal. Quizás enrede a sus allegados, pero no a él de manera directa. Al menos según las evidencias conocidas. No hay que olvidar que la esencia de la acusación es el testimonio de Monsalve, quien, aparte de su historial criminal, le había dicho a un compañero de patio que Cepeda quería manipularlo contra Uribe, y luego se volteó.

La Sala Penal ni siquiera requirió un primer testimonio de Uribe y prefirió, de una vez, llamarlo a indagatoria, una decisión que lo pone a las puertas de la prisión preventiva. Es la misma Sala Penal que, con gravísimas evidencias surgidas del computador del exjefe de las Farc, ‘Raúl Reyes’, se negó a procesar a Piedad Córdoba y enterró por esa vía las investigaciones sobre ‘Farcpolítica’. Para la Sala Penal, si el acusado es de izquierda, su inocencia es un hecho.

Con estos antecedentes, y sin tener claras aún las consecuencias de su eventual renuncia al Senado, es fácil prever que el expresidente termine detenido. ¿Qué mensaje les va a mandar la justicia a los colombianos y al mundo si la imagen que veremos es la de Uribe preso mientras los antiguos jefes de las Farc, grupo autor –con los paramilitares– de algunos de los peores crímenes de la historia del país, se sientan en sus curules del Congreso? Quizás eso victimice al expresidente y dispare su popularidad, mientras la crispación política crece a niveles incendiarios. Pero, más allá de ello, el daño ético e institucional será gigantesco, aunque poco les importará eso a los magistrados con tal de mandar a Uribe a la guandoca.

*Exministro de Comunicaciones

Opinión "La cobardia y la injusticia" Columna de Emerson Grajales Usma / Ex director RESCOLDO


La cobardía y la injusticia

Por Emerson Grajales Usma*


Quiero con este escrito, emular a Jesús Cristo, en decir nada más que la verdad, así me cueste también el camino a la crucifixión, (una tumba o la cárcel).
La que pasó, fue la semana más movida en términos políticos. Logré que me allegaran los pliegos de cargos (219 folios), con los que la, otrora “honorable” Corte Suprema de Justicia, llamara, no a versión libre, sino; a indagatoria, al expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez.

No encontré, un denunciante sobre delito alguno contra el fundador del Centro Democrático. No encontré el acervo probatorio con el que la Corte, se basara para una muy eventual privación de la libertad por razones preventivas y menos encontré coherencia entre lo que los desteñidos togados exponen y sus actuaciones.

El senador Uribe, no ha realizado UNA SOLA visita a centro carcelario alguno, y se le acusa de presionar, comprar y torcer reclusos, manipularlos y exponerlos como “testigos claves”, contra el heredero del crimen, mejor conocido como Iván Cepeda.

Caso contrario, como sí ha actuado en  concreto, el senador del mal, Iván Cepeda Castro, quien manifiesta que de sus cerca de 21 visitas al patibulario Monsalve, ha obedecido a razones “meramente humanitarias”. Vaya payasada.

Me informa un funcionario de mediano rango de la Casa de Nariño, que la Corte Suprema de Justicia, ha estado “minada” de llamadas desde la sede Ejecutiva para presionar a los Magistrados (¿?) sobre el caso Uribe, y que el fallo, ojala en privación de la libertad del mentor de Juan Manuel Santos, se dé antes del 7 de agosto, fecha en la cual el Mandatario, dejaría el poder.

Pero las presiones no paran ahí. La reculada de la Corte sobre la demanda que en su momento había dejado radicada el expresidente Uribe contra el legislador Cepeda, por MANIPULACIÓN de testigos a través de visitas a las cárceles bajo el subrayado circo de ser integrante de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso de la República, y con claras pruebas basadas en videos de reclusos que SÍ DECLARAN que el senador Iván Cepeda, los visitaba (y aún lo hace),  para que declaren en contra de Uribe como creador de movimientos criminales paramilitares y hasta citando nombres como el del bloque “Cacique Nutibara” de las “AUC”, cuando el “Cacique Nutibara” y el bloque “Metro”; eran apéndice del Bloque Central Bolívar, asesorados por los criminales Carlos Mario Jímenez, alias “Macaco” de Dosquebradas; y secundado por Rodrigo Escobar, alias “Don Rodrigo” oriundo de Belén de Umbría, ambos de Risaralda; pero creados por Diego Fernando Murillo, alias “Adolfo Paez” y Carlos Castaño, respectivamente.

Sobre estos hechos, existe un “cargamento” de pliegos colmados de investigaciones y declaraciones de testigos en los estrados judiciales tanto de Risaralda como de Medellín. Allí, los Magistrados no han realizado la más mínima investigación, ni se han tomado la molestia de llamar a testigos claves que conocen a fondo sobre la conformación de esos grupos criminales cuya autoría de sus creadores, se le quiere indilgar de manera irresponsable, amañada y perversa, al doctor Álvaro Uribe.

Si bien, los consejeros del alto tribunal reciben órdenes de manera clandestina del presidente saliente Juan Manuel Santos, para que esté (Santos) erija la “cabeza” de Uribe, como su presea para el cierra de su nefasta y aturdida gestión, o respondiendo a dadivas de Iván Cepeda, como se ha demostrado con falsos testigos como sucedió con el exgobernador de Antioquia, Luis Alfredo Ramos, cuya determinación jurídica sigue en vilo, gracias a la “manipulación” de que ha sido objeto su proceso; también es verdad, que aquí se está orquestando una campaña jurídica y de desprestigio en contra de Álvaro Uribe y su entorno político.

La cobardía y la injusticia, está ocupando un muy cruel espacio en este adverso episodio. No hay claridad en qué parte está probado que Uribe estuviera manipulando directamente testigos, recluidos hoy en cárceles del país.

Si la Corte Suprema de Justicia, quiere retomar su cauce y recuperar el respeto que hoy evidentemente tienen perdido, deben actuar en Derecho y no basados en presiones y/o dádivas solo por cobardía para quitar del camino, al máximo exponente del liderazgo en el país.

*Asesor y consultor

@Grajalesluise   

Opinión "Nos dejaron patas arriba" Columna de Maria Isabel Rueda, en réplica.

 Nos dejaron patas arriba

 Por María Isabel Rueda

Si la Corte Suprema de Justicia expide una decisión, hay que respetarla y acatarla. Dicho lo anterior, esta no es cualquier Corte. Es la que ha protagonizado el peor escándalo judicial de la historia del país con el ‘cartel de la toga’. Y la anterior a esta fue la Corte que por razones estrictamente políticas ocasionó un gravísimo desacato institucional contra el entonces presidente Uribe, al inventarse la figura inexistente de la “terna no viable” para negarse a elegir al fiscal durante un año y medio. Cuando llegó Santos al Gobierno y aceptó cambiarla, arrancó el enfrentamiento entre los dos mandatarios, que hoy acaricia su pico.

De manera que no se trata de una corte que goce de la mejor credibilidad. Y como me pareció tan extraño que a una denuncia de Uribe en la Corte por manipulación de testigos contra el senador Iván Cepeda le dieran una vuelta de 180 grados para terminar cerrándole investigación al denunciado y abriéndosela al denunciante, me puse en el trabajo de leer las 219 páginas del auto. Mi conclusión: no sé en qué parte se encuentra probado que Uribe estuviera manipulando directamente testigos.

A continuación, en una entrevista que tuve con el senador Cepeda, le manifesté mis dudas sobre este y otros aspectos en los que no nos pusimos de acuerdo. Según la Corte, los testigos contra Uribe se le aparecen a Cepeda espontáneamente por su labor humanitaria en las cárceles. Pero, en cambio, sí sugiere que a los testigos que favorecen a Uribe los están buscando para manipularlos. Cepeda acepta que él y sus allegados han intervenido en proporcionar seguridad a los testigos contra Uribe, porque, según dice, “es parte de mi rol como defensor de derechos humanos”. Pero los abogados de Uribe no pueden hacer lo propio con testigos que ofrecen decir la verdad, porque, de acuerdo con la Corte, los estarían manipulando con promesas. Y que los dineros que entregan las ONG cercanas a Cepeda son para proteger, pero las ayudas de los círculos de Uribe son para sobornar. Incluso, hay una cifra que me quedó sonando: para el momento de nuestra entrevista, el senador Cepeda había visitado nueve veces al testigo Monsalve, de las 21 solicitudes de visita que había hecho a la cárcel. “No es una situación atípica. Es mi trabajo”, me dijo. “Jamás estuve en una especie de búsqueda meticulosa de testigos contra Álvaro Uribe”. 

En fin. El auto al que me refiero me sorprendió porque no se mide con el mismo rasero la conducta de las partes interesadas en visitar testigos, a unos para que declaren contra Uribe y a otros para que lo hagan a favor. Lo primero está bien para la Corte, pero lo segundo está mal. 

Uribe pidió ser oído en versión libre, pero no se le concedió. Pero sí lo llaman a indagatoria por hechos más recientes que también involucran manipulación de testigos, esta vez al señor Monsalve, quien, luego de instalarse un reloj grabador en la muñeca, se dedica, en compañía de su abogado, a regar todo tipo de rumores de que va a cambiar su testimonio a favor de Uribe para provocar que abogados y amigos de los círculos uribistas vayan a la cárcel a tocar el tema, con lo cual preconstituyen pruebas que le sugieren a la Corte que Uribe siguió en las mismas y que hay que indagatoriarlo de inmediato. 

Políticamente, la Corte dejó el país patas arriba. Y lo más raro es la oportunidad para hacerlo. Porque por causa de una nueva figura constitucional, la de la doble instancia de aforados, Uribe tiene derecho a que su proceso lo instruyan y lo fallen en una nueva sala de la Corte que sería de primera instancia, con nueve nuevos magistrados que la propia Corte tiene que nombrar. Allá deberá llegar de todas maneras el proceso contra Uribe. ¿Por qué no esperaron a que la misma Corte cumpla su función de crear la sala que será el juez natural de Uribe, en lugar de tomar una medida tan afanada decretada por una sala que no lo es? 

Pero, sobre todo, es una medida previamente filtrada. Dos días antes de que se tomara la decisión, un medio de comunicación había anunciado el domingo lo que solo ocurriría el martes. Las pruebas también andan furtivamente filtradas por ahí. 

Por eso, esta Corte política, cartelizada y filtradora no ha logrado recuperar la confianza de la ciudadanía.

Entre tanto… Y que el presidente Santos también deje el afán, porque lo que no se hizo en ocho años queda chagüeto cuando se hace en ocho días.

Evocando a Carlos Holmes Trujillo García. Por Emerson Grajales Usma*

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