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lunes, 16 de marzo de 2020

"La Merlano, tienen otro tinte, y es el de su oscuro trasegar por la política, el cual cabalgó sobre agigantados alcores de dinero para comprar los votos que la llevaron al Congreso"


Nos cambiaron de tercio

Por Emerson Grajales Usma*

Cuando digo que “nos cambiaron de tercio”, lo hago porque considero que el muy vigente y preocupante Coronavirus ya citado hasta de entro de las cobijas propias de las parejas, ya está rebosado tanto en exposición, como en información para la respetable audiencia.

Por las actuales calendas, el tema mundial de “moda”, se convirtió en una cortina de humo para conocer a fondo las graves denuncias, en el caso de Colombia, de la prófuga excongresista Aída Merlano en contra de figuras públicas de la Nación. Su débil ventilador ha hecho el intento de salpicar a respetables congresistas y hasta llegar a chapotear al mismo presidente Iván Duque Márquez y al jefe natural del partido Centro Democrático Álvaro Uribe Vélez.

La Merlano, en muy mal momento, entregó declaraciones desde el vecino país de Venezuela, a la controvertida periodista colombiana Vicky Davila. En el reportaje, vemos a una excongresista colmada en mentiras y aferrada a un libreto que pareciera escrito por el dictador venezolano Nicolás Maduro.

A primera vista, en las imágenes con la comunicadora social, se capta a una mujer sobrada en presentación personal y con una figura física totalmente fresca, menos cansada y con ínfulas de poder, bien diferente a la que vimos en el consultorio desde donde escapo, cinematográficamente, estando condenada por corrupción electoral, cuando simulaba una cita odontológica en el norte de Bogotá. Y una imagen bien distinta a la que muestran los presos políticos de ese país, donde se aprecian vencidos en cansancio y aporreados también por la rejas de las frías celdas que si bien no matan, si consumen a quienes están conminados por una condena culpables o inocentes.

Pese haber sido una escena frustrada para la izquierda burda de Colombia y que hubiera sido bien taquillera y “explotando” políticamente tanto a sus protagonistas como a sus antagonistas; esperaban un buen desenlace propio de las apologías de Gustavo Bolívar a los criminales de este país, incluyendo a su mentor que hoy posa también de senador; pero fue un acto fracasado al que pareciera haberle dado inicialmente la pandemia.

Y pese a que son solo cuentos de pasillo, de faldas y de gente inescrupulosa, corrió la Merlano, con tan buena suerte que una tal revista Semana, replicó su falsa historia mostrando las declaraciones bañadas en fantasía sin investigación alguna con espeso profesionalismo como debió ser.

Pero, si miramos a profundidad, el cometido de las timadoras declaraciones de la excongresista Aída Merlano, dejaron un sinsabor en los colombianos hasta tal punto, que aún nos preguntamos:

¿Hasta a dónde ha llegado la otrora “dirigente” conservadora con sus falacias? Y ¿cómo fue su vertiginoso ascenso para encontrar química con el dictador venezolano, hasta el punto de hacer, algo así como, un trueque de su libertad a cambio de enlodar al gobierno colombiano y a su mentor?

Seamos claros. La entrañable amiga de Julio Gerleín Echavarría, tiene mucho por contarle al país, pero lo que hoy esboza, es un libreto que le permite a su bolivariano “creador”, cobrarse por ventanilla el apoyo del gobierno Duque, al presidente interino de Venezuela Juan Guaido.

Las indiscutibles verdades que tiene que divulgar la Merlano, tienen otro tinte, y es el de su oscuro trasegar por la política, el cual cabalgó sobre agigantados alcores de dinero para comprar los votos que la llevaron al Congreso en calidad de senadora, sin circunspección alguna.

*Asesor y consultor

@Grajalesluise

"El cierre propuesto, Colombia entera lo aprueba a pupitraso limpio como medida permanente pues, el Congreso, es un foco de contagio mayor que el coronavirus y se llama corrupción"

¿Coronavirus cerrará el Congreso?
Por Alberto Zuluaga Trujillo*
En la memoria escrita de la cultura occidental, ninguna epidemia nos ha marcado tanto como la “peste negra” que, a mediados del siglo XIV, mató en tres años a la tercera parte de los habitantes de Europa, una diezma poblacional más que desastrosa. Como era previsible e inevitable, llegó a nosotros el coronavirus (Covid 19) descubierto y aislado en Wuhan, China, tras provocar la emergencia global que ya afecta a no menos de 100 países, llegando a nuestra región el pasado 26 de febrero.
Su rápido crecimiento ha disparado alarmantemente su contagio que, según la OMS, en al menos cinco países latinoamericanos ya se han registrado ejemplos de transmisión local. Los contagios iniciales se dieron en lugares con frecuentes conexiones aéreas a China, siendo la lejanía con el epicentro de la epidemia, la provincia china de Wuhan, la que protegió a América Latina de la explosión inicial, pasando igual cosa con los principales focos secundarios como Italia, Irán y Corea del Sur, siendo estos tres países con China, los diseminadores en Europa y Asia del contagio que tiene paralizado al mundo.
Los mercados financieros de estos dos continentes han venido cotizando a la baja y difíciles han sido las jornadas en Wall Street, a más de las medidas como el cierre de fronteras, adoptado por varias naciones. El país que más preocupa en el continente es Estados Unidos, que acumula 871 casos y 32 muertes, obligando a las autoridades a tomar restrictivas medidas de seguridad.
Justo hace ciento dos años la humanidad enfrentaba una epidemia mundial llamada “influenza española”, que era igualmente un coronavirus surgido al parecer en granjas de Estados Unidos y que luego fue llevado a Europa por soldados contagiados que iban a combatir en la Primera Guerra Mundial. En ese entonces el contagio entró por Francia cobrando la vida en tres años, de por lo menos 50 millones de personas.
Todo lo que hagamos será poco para frenar la expansión de tan preocupante virus, declarado ya pandemia y cuyo mayor riesgo es para personas mayores de 60 años. A mayor edad, mayor riesgo. Pero llama la atención dentro de nuestro folklorismo nacional, la propuesta de algunos congresistas al iniciarse hoy las sesiones ordinarias de la actual legislatura, de cerrar el Congreso por temor al contagio del coronavirus, amparados en la resolución 0017 del Ministerio del Trabajo, que recomienda “minimizar las reuniones y propiciar la comunicación por medios virtuales que no impliquen interacción directa persona a persona y mantener una distancia mínimo de un metro dentro de los asistentes”.
Olvidan los proponentes que uno de los mayores contagios son los billetes, razón más que suficiente para no volverles a pagar pues exponerse, al contar 42 millones cada mes de tan sucio dinero, es un riesgo que los colombianos debiéramos evitarles. El cierre propuesto, Colombia entera lo aprueba a pupitraso limpio como medida permanente pues, el Congreso, es un foco de contagio mayor que el coronavirus y se llama corrupción.
¿Habrá conocido Colombia peor contagio de tan nociva enfermedad?
alzutru45@hotmail.com

*Excongresista de la República

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