Por
Emerson Grajales Usma*
Cuando digo que “nos cambiaron de tercio”, lo hago porque
considero que el muy vigente y preocupante Coronavirus ya citado hasta de entro de las cobijas propias de las parejas, ya está rebosado tanto en
exposición, como en información para la respetable audiencia.
Por las actuales calendas, el tema mundial de “moda”, se
convirtió en una cortina de humo para conocer a fondo las graves denuncias, en
el caso de Colombia, de la prófuga excongresista Aída Merlano en contra de
figuras públicas de la Nación. Su débil ventilador ha hecho el intento de
salpicar a respetables congresistas y hasta llegar a chapotear al mismo
presidente Iván Duque Márquez y al jefe natural del partido Centro Democrático
Álvaro Uribe Vélez.
La Merlano, en muy mal momento, entregó declaraciones
desde el vecino país de Venezuela, a la controvertida periodista colombiana
Vicky Davila. En el reportaje, vemos a una excongresista colmada en mentiras y
aferrada a un libreto que pareciera escrito por el dictador venezolano Nicolás
Maduro.
A primera vista, en las imágenes con la comunicadora
social, se capta a una mujer sobrada en presentación personal y con una figura física
totalmente fresca, menos cansada y con ínfulas de poder, bien diferente a la que
vimos en el consultorio desde donde escapo, cinematográficamente, estando
condenada por corrupción electoral, cuando simulaba una cita odontológica en el
norte de Bogotá. Y una imagen bien distinta a la que muestran los presos
políticos de ese país, donde se aprecian vencidos en cansancio y aporreados también
por la rejas de las frías celdas que si bien no matan, si consumen a quienes están
conminados por una condena culpables o inocentes.
Pese haber sido una escena frustrada para la izquierda
burda de Colombia y que hubiera sido bien taquillera y “explotando” políticamente
tanto a sus protagonistas como a sus antagonistas; esperaban un buen desenlace
propio de las apologías de Gustavo Bolívar a los criminales de este país,
incluyendo a su mentor que hoy posa también de senador; pero fue un acto fracasado
al que pareciera haberle dado inicialmente la pandemia.
Y pese a que son solo cuentos de pasillo, de faldas y de
gente inescrupulosa, corrió la Merlano, con tan buena suerte que una tal
revista Semana, replicó su falsa historia mostrando las declaraciones bañadas
en fantasía sin investigación alguna con espeso profesionalismo como debió ser.
Pero, si miramos a profundidad, el cometido de las
timadoras declaraciones de la excongresista Aída Merlano, dejaron un sinsabor
en los colombianos hasta tal punto, que aún nos preguntamos:
¿Hasta a dónde ha llegado la otrora “dirigente”
conservadora con sus falacias? Y ¿cómo fue su vertiginoso ascenso para
encontrar química con el dictador venezolano, hasta el punto de hacer, algo así
como, un trueque de su libertad a cambio de enlodar al gobierno colombiano y a
su mentor?
Seamos claros. La entrañable amiga de Julio Gerleín Echavarría,
tiene mucho por contarle al país, pero lo que hoy esboza, es un libreto que le
permite a su bolivariano “creador”, cobrarse por ventanilla el apoyo del
gobierno Duque, al presidente interino de Venezuela Juan Guaido.
Las indiscutibles verdades que tiene que divulgar la
Merlano, tienen otro tinte, y es el de su oscuro trasegar por la política, el
cual cabalgó sobre agigantados alcores de dinero para comprar los votos que la
llevaron al Congreso en calidad de senadora, sin circunspección alguna.
*Asesor
y consultor
@Grajalesluise