La
oposición política
Por Emerson
Grajales Usma*
Gruesa cátedra recibimos por
estos días sobre el verdadero sentido de la quijotesca tarea de la oposición
política y la que nos ha permitido diferenciar entre la labor noble y la que
sirve para presionar a costa de recibir dadivas de otra persona o gobierno.
En esta administración de
Juan Manuel Santos, es casi que imposible que los partidos políticos asuman una
tarea loable y lejos del detestable clientelismo ante una mano tan “bondadosa”
como la que extiende el mandatario. Las tentadoras ofertas no dan espacio para
que los “dirigentes” se nieguen a recibir puestos y obras a cambio de su apoyo
al gobierno, ya que viven constantemente con las fauces abiertas. El
dispensador de la Casa de Nariño, esta aceitado y al día para silenciar
personas o movimientos partidistas.
Desde que inicio el primer
periodo de Santos, sólo un partido se dejó tentar por la radical oposición y no
recibir nada. Me refiero al Polo Democrático. Paralelamente, al movimiento
amarillo lo acompañó en ese sentido el expresidente Álvaro Uribe, luego de que
unos congresistas sin mínimo pudor y hasta el mismo presidente Santos, le sisaran el partido de la U, que había
creado pulcramente y con la mejor buena intención.
Luego, se gestó por parte
del avezado exmandatario otro movimiento no menos importante y que logró calar
de entre la gente para rápidamente fundar el fuerte movimiento del Centro
Democrático. Este, por naturaleza y como respuesta a su fundador; se convirtió
en un partido de insondable oposición y con fuerte carácter que logró
impermeabilizarse de cualquier mala intención que siempre acompaña al actual
jefe de Estado.
Es entendible que la
política se volvió muy variable, ya no evoca viejos tiempos como cuando se
sufragaba y apoyaba partidos por doctrinas o convicción, sino, por favores
unipersonales o de movimientos. Es el caso del partido Polo Democrático, quien
recientemente se dejó arrebatar y de manera abrupta su criterio y cayó al
indeseable abismo del clientelismo tocando la sima tras la penosa y pesada
carga de la mermelada. Sin sonrojarse, aprovecharon la cacareada
“reestructuración” que hizo el presidente Santos para la paz; y ahí fue troya.
Después de un “prolongado y profundo análisis” de su presidenta sobre si debían
o no hacer parte de esta etapa santista, se llegó a la “difícil” conclusión de
que debían apoyar el timador proceso en La Habana y sus políticas económicas
que dicho sea de paso, van de mal en peor.
Y no podía faltar el circo
que tiene como importante fondo, los payasos que salieron a reclamar respeto de
la presidenta hacia el movimiento y sus dirigentes, aludiendo que es una
posición personal de ella más no de la colectividad. Perdónenme, pero un
presidente de un país u organización cualquiera que esta sea, es la voz
cantante y de manera inconsulta con sus correligionarios segundones, determina
y orienta. Recuerden que “el que manda manda, aunque mande mal”. Y esta máxima
va también para el señor Juanma.
Era de pleno conocimiento
para los integrantes de aquella confusa colectividad, que desde hace rato el
ajedrecista mayor de la política, estaba “coqueteándole” al movimiento ambarino
para que hiciera parte de la futura inmediata entrega del país al terrorismo
hoy legitimado y de qué manera, por todas las agencias políticas atrincheradas
en el actual gobierno a través de ministerios. Hasta ahí llegó la oposición de
la que los seguidores del Polo Democrático consideraban indeleble. Sólo bastó
un guiño de parte y parte, para que llegaran arrodillados a los pies del mecías
no tan Santos que digamos. Aquí pues, se perdió la independencia y el poco
carácter que abrigaba a ese partido que ahora tomó la vía de extinción.
Sólo le resta al país,
continuar alimentando las esperanzas en el Centro Democrático, el único
movimiento que de verdad ha esbozado una oposición tan fundamental como
necesaria para que la democracia fluya y así se pueda, aunque de manera mínima,
diezmar o allanar el camino hacia la dictadura que pareciera está a la vuelta
de la esquina ante las maquiavélicas actitudes del actual presidente Santos.
Y cierro estas líneas de
opinión, enmarcando todo lo anterior, para reseñar que suena burlesco que don
Juan Manuel, aliste maletas para ponerle el incinerado pecho a un evento de
anticorrupción que se realizará en Londres, cuando para sus compatriotas, que
no necesariamente somos sus cómplices actuales; Santos es un verdadero
monumento a la corrupción.
@Grajalesluise
*Asesor
y consultor