#TodosSomosResponsablesDeTodos

martes, 27 de agosto de 2019

"Uribe, se dedicó a combatir los grupos armados fiel a la Constitución y la Ley"



Álvaro Uribe, una vida al servicio del país

Por Emerson Grajales Usma*


No necesariamente tenemos que estar al lado del expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez, para describir lo que es como persona y lo que ha hecho por un país que tristemente se divide entre quienes agradecemos sus incansables tareas y quienes se resisten a reconocer su grandeza como respuesta a una elevada dosis de ingratitud.

Uribe, empezó su vida pública al servicio del colectivo a muy corta edad. A sus 30 años, fue nombrado Alcalde de Medellín por el entonces Presidente de la República Belisario Betancourt Cuartas. A sus 34 años, ya había sido elegido Concejal de la capital antioqueña. En 1986, fue elegido senador y obtuvo en 1990, su reelección en el congreso hasta 1994. En 1995, se posesionó como gobernador de Antioquia, donde obtuvo grandes logros para la región.

En el año 2000, inició un periplo por todo el país, donde le reconocieron en cada municipio a donde llegaba, su destacada gestión en la gobernación de su departamento.
En el año 2002, fue elegido por los colombianos presidente de la República, con un total de 5 millones 862 mil 655 votos; lo que le permitió ganar en primera vuelta.

Durante ese cuatrienio, Uribe, se dedicó a combatir los grupos armados fiel a la Constitución y la Ley. Las mal llamadas pescas milagrosas, se habían convertido por aquellas calendas, en el modus operandi de la agrupación criminal de las Farc, logrando el secuestro de decenas de inocentes en diferentes vías del país. Esta práctica, fue llevada por el gobierno del exgobernador de Antioquia, a la más mínima expresión.

Tampoco el entonces Presidente Álvaro Uribe, desconoció la actividad criminal del paramilitarismo, grupo que nació como contestatario de las guerrillas que tenían azotadas muchas zonas del país, con más énfasis en las ganaderas y cafeteras. Estos grupos llamados Autodefensas Unidas de Colombia-AUC-, se convirtieron en una constante obsesión del gobierno nacional para combatirlos hasta el punto que luego de unos acuerdos con esos grupos, sus criminales incumplieron y de inmediato el Presidente Uribe determinó con valor y coraje en extraditarlos a los Estados Unidos.

El entonces Mandatario Uribe, entendió que necesitaba de otro periodo para seguir sin tregua su indeclinable tarea de seguir combatiendo el crimen organizado.

Los colombianos entendimos a la perfección y fue así como lo apoyamos a través de las urnas para que en 2006, se convirtiera en el gobernante reelegido para que siguiera batallando contra las organizaciones narco terroristas.

Uribe, guiado por el “rostro amigable, fiel y prometedor” de su Ministro de Defensa Juan Manuel Santos, se dejó engañar y nos mal persuadió para que votáramos por quien luego de su posesión, mostrara su ponzoña y traición, y le entregara la institucionalidad al crimen organizado.

Uribe, no se quedó inmóvil y puso su nombre a consideración de los colombianos para que fuera apuntalado a una curul en el senado. De allí, libró una batalla para recuperar el Estado y en una convención en franca lid, Oscar Iván Zuluaga, se convirtió en el candidato oficial del Centro Democrático, movimiento creado por el expresidente Álvaro Uribe, y en primera vuelta ganó no con menos de 500 mil votos. Pero esas justas, fueron despojadas de frente y sin escrúpulos por el entonces gobernante Juan Manuel Santos, quien avalado por dineros sucios de Odebrecht, se reeligió.

Uribe, gran batallador, siguió sirviéndole al país desde el Legislativo y señaló el camino para que ilustres del Partido Centro Democrático, buscaran  que uno de ellos, fuera ungido como candidato a la presidencia y de unas precandidaturas de los movimientos Conservador y del uribista, el Senador Iván Duque, logró izar la bandera que efectivamente lo llevó al Solio de Bolívar.

Aun cuando el daño que Santos le dejó al país ya estaba hecho, Duque no ha guardado esfuerzos para que se replanteen los acuerdos que amañadamente Santos adelantó con las Farc, y que más han beneficiado a los terroristas que lo que los ha castigado y menos han reparado a las víctimas.

A estas alturas, cuando el Senador Uribe, lleva tantos años sirviéndole al país y que le ha costado su forzado aislamiento de su esposa, de sus hijos y ahora de sus nietos; su vida dio un fuerte viraje y ahora ha conseguido un cumulo de enemigos y detractores, que como agradecimiento de su entrega al país, solo buscan verlo en el entramado de la justicia, mientras los verdaderos narco criminales siguen vigentes en la calle o exhiben cínicamente una desteñida credencial como congresistas.

Y Uribe, ahí, entregando su vida al servicio del país de manera estéril para unos, y gratamente útil, para quienes estamos alejados de amiguismos y actos criminales.

*Asesor y consultor
@Grajalesluise

lunes, 19 de agosto de 2019

"A Galán lo mataron por denunciar el poder corruptor del narcotráfico y por enfrentarlo con verticalidad en todos los frentes de la vida nacional, empezando por la política"


¿Sacrificio estéril? 30 años después...

 Por Juan Lozano*

La política colombiana está peor que hace 30 años. Y la justicia. Y el narcotráfico. Cuánto hubiera querido escribir hoy sobre cómo el sacrificio de Galán le permitió a Colombia adquirir conciencia sobre los grandes males que la afligen y sobre cómo sus ideas han sido el motor de las transformaciones para que los colombianos vivamos mejor. Pero mentiría. Eso no pasó.
Lo que pasó fue que desde su propia muerte, mientras muchos de los antiguos mandamases del Nuevo Liberalismo se combatían unos a otros por los votos de Galán, olvidando tantos de ellos que habían heredado responsabilidades y no caudas electorales, la Asamblea Constituyente convocada sobre el cadáver fresco de Galán pisoteó su legado hasta prohibir la extradición, como lo querían sus asesinos, y tonificar una dañina clase política.

Y aunque sería necio negar importantes contribuciones de la Constituyente, como la ampliación de la carta de derechos y la consagración de la tutela, la vieja clase política, primero revocada y luego redimida y repotenciada mediante oscuro pacto, se apoderó del desarrollo de la nueva constitución hasta diseñar a lo largo de estos 30 años el perverso sistema que nos rige, en el que el Estado es un botín y la política, un instrumento criminal para lograrlo en un país que nada en océanos de coca.

A Galán lo mataron por denunciar el poder corruptor del narcotráfico y por enfrentarlo con verticalidad en todos los frentes de la vida nacional, empezando por la política. Y quienes lo mataron se salieron con la suya en lo que tiene que ver con la prosperidad del narco, combustible de todas nuestras violencias, de los carteles de todo pelambre, de los paramilitares, de las ‘bacrim’ y de las Farc, entre otras guerrillas y grupos armados.

Más recientemente, después del 8.000, la ‘farcpolítica’, la ‘parapolítica’ y los escándalos de la financiación de la campaña de 2014, el proceso de negociación con las Farc se estructuró tapándose los ojos y garantizando impunidad frente a dos realidades inocultables: los crímenes de lesa humanidad asociados con el abuso, violación y reclutamiento sistemático de menores, por una parte, y la condición estructural narcotraficante de las Farc, por la otra. El Gobierno no negoció solo con una guerrilla idealista y angelical. Negoció con un siniestro cartel.

No todo está perdido. Hay esperanza. Y la hay porque las traicionadas ideas de Galán siguen conservando su vigencia. El grueso de los colombianos está entendiendo que una narconación no tiene futuro y que a los criminales hay que enfrentarlos, así muchos se hayan burlado o se estén burlando de la justicia. La gente del común, más empoderada, está hastiada de tanto bandido de cuello blanco.

Y hay esperanza porque, a pesar de las críticas y los ataques, tenemos un presidente honesto, un contralor y un procurador que no están cooptados por los carteles y una determinación creciente entre los colombianos (que aún no saben cómo traducirla en acciones) para impulsar unos cambios profundos que permitan devolver la virtud a la política de la mano con su capacidad para interpretar cabalmente al pueblo y anteponer el bienestar colectivo a cualquier empeño personal de lucrarse del poder.

Si hoy terminara la historia, yo concluiría que el sacrificio de Luis Carlos Galán fue estéril y diría que casi todo se perdió, recordando con horror la tragedia que vivimos quienes estuvimos en la plaza de Soacha y el infierno que viví en el hospital de Bosa desde cuando lo bajamos de su carro clamando al cielo por un milagro.

Pero la historia no termina hoy. Por el contrario. Debemos mirar con esperanza un futuro mejor porque las enseñanzas y el legado de Galán están vivos. Lo que tenemos como sociedad es una formidable tarea pendiente.

Bien lo dijo Galán: “A los hombres los pueden eliminar, pero a sus ideas no”.

domingo, 18 de agosto de 2019

Por considerarla de sumo interés para el país, hemos tomado esta columna de Vicky Dávila, de la Revista Semana, para replicarla en nuestro portal.


Santos impune

Por Vicky Dávila H.

Le pido al expresidente Juan Manuel Santos que se deje investigar por los dineros de Odebrecht que entraron a sus dos campañas en 2010 y 2014; le pido que no dilate ni obstaculice las indagaciones en su contra, como lo ha hecho hasta ahora. Nada más indigno para un nobel de paz que salir “inocente” por prescripción. 

Pero a eso le ha jugado Santos. Así se salvó de responder por los 400.000 dólares que pagó la multinacional de los sobornos en afiches para su primera elección, a pesar de la confesión de Roberto Prieto, hoy preso por otros delitos y su mano derecha en elecciones. Ahora la defensa de Santos, el abogado Alfonso Portela, con el mismo argumento de la prescripción pretende que su cliente vuelva a salir bien librado de las investigaciones que inició el Consejo Nacional Electoral por lo ocurrido con la financiación de la segunda vuelta de su reelección.

Aliados y contradictores políticos de Santos lo describen como un jugador de póker hábil que mueve sus fichas con audacia y frialdad. Así lo ha hecho en el caso Odebrecht: su primera jugada fue la llegada de Néstor Humberto Martínez a la Fiscalía General de la Nación, una garantía de que el escándalo jamás llegaría hasta él. Aunque Martínez reconoció que los dineros de la empresa brasileña entraron a las campañas presidenciales, se lavó las manos cuando trasladó el expediente al CNE, donde la impunidad estaba garantizada. Allí, bajo el mando de Alex Vega, Santos logró que le archivaran todo. Por cierto, Prieto solía llamar a Vega “mi presidente”, como consta en las interceptaciones que están en su expediente.

La Fiscalía de Martínez tampoco investigó a fondo la relación entre los sobornos de Odebrecht y sus millonarios aportes a las campañas. El mejor seguro para Santos fue que Martínez tenía que cuidar su propio pellejo. 

Las interceptaciones de la Fiscalía a Prieto que revelé en esta columna asimismo demuestran que otra jugada de Santos fue mantener bajo control y vigilancia las versiones de los brasileños mediante un correo humano entre Roberto Prieto y el lobbista de Odebrecht Eduardo Zambrano. La única condición de los directivos de la multinacional era que los “trataran bien”, y Santos les cumplió, como lo prueban sus conversaciones con Luis Fernando Andrade de la ANI en enero y febrero de 2017, en las que quedó al descubierto que siempre buscó una solución “amigable” para el consorcio de  la Ruta del Sol II, nunca la caducidad, que era lo conveniente. Los brasileños también cumplieron y ajustaron sus relatos. La Fiscalía claramente los consintió; ninguno está preso en Colombia y pudieron salir del país. 

Mi columna ‘Operación destrucción’ revela que hay indicios muy fuertes de que hubo alteraciones en la contabilidad de las campañas de Santos; lo hicieron, como dijo la cónsul Aracely Rojas, “gancho por gancho” en un salón del norte de Bogotá. Santos, en una jugada maestra, evitó las investigaciones por estos hechos.  

Las jugadas de Santos han cubierto todos los frentes: cuando el Ñoño Elías quiso hablar sobre los dineros de Odebrecht en la reelección, el Gobierno Santos lo trasladó de celda, una violenta advertencia para el testigo que no ha podido contar lo que sabe porque la Corte Suprema de Justicia, muy afín con Santos, definitivamente no lo citó a declarar.

Mi columna ‘Operación destrucción’ revela que hay indicios muy fuertes de que hubo alteraciones en la contabilidad de las campañas de Santos; lo hicieron, como dijo la cónsul Aracely Rojas, “gancho por gancho” en un salón del norte de Bogotá. Santos, en una jugada maestra, evitó las investigaciones por estos hechos.  

Las jugadas de Santos han cubierto todos los frentes: cuando el Ñoño Elías quiso hablar sobre los dineros de Odebrecht en la reelección, el Gobierno Santos lo trasladó de celda, una violenta advertencia para el testigo que no ha podido contar lo que sabe porque la Corte Suprema de Justicia, muy afín con Santos, definitivamente no lo citó a declarar.

La única jugada que le salió mal al expresidente y que no pudo controlar fue la carta de Uribe y Pastrana en la que denunciaron que Odebrecht consignó en la empresa Gistic 3.850 millones de pesos que, según Andrés San Miguel, le entregó en efectivo a Esteban Moreno para la segunda vuelta de la reelección de Santos. ¿Quiénes son los verdaderos cerebros de esta operación?

Hace unas semanas, en La W a las 12:00 revelamos el explosivo testimonio de San Miguel, que estuvo engavetado desde junio de 2018 en los escritorios de los fiscales. La compulsa al CNE solo se hizo en marzo de este año, cuando había estallado el escándalo que llevó a nombrar a Eduardo Cifuentes como fiscal ad hoc. Tras nuestra publicación, el CNE abrió investigación preliminar por irregularidades en la financiación en la segunda vuelta de la reelección de Santos.

Mientras tanto, en el momento en que la Comisión de Acusación por fin empezó a mover las investigaciones sobre Odebrecht y la campaña Santos, el expresidente las paró en seco; recusó al representante investigador Ricardo Ferro para sacarlo del camino por ser su “enemigo” político. Pero Santos se aseguró con Jhon Jairo Cárdenas, su admirador furibundo, quien llegó como presidente de la comisión y sin vergüenza se autonombró investigador de su ídolo. Cárdenas ya fue recusado por la senadora Paola Holguín por su estrecha amistad con el expresidente. En la comisión se vive una verdadera pugna política que solo favorece la impunidad de Santos.

El silencio de muchos de los amigos del expresidente en los medios ha sido fundamental para que las investigaciones en su contra no avancen, porque en Colombia solo es políticamente correcto denunciar a Álvaro Uribe, quien como cualquier colombiano debe responder si tiene pendientes con la justicia. Pero Santos también, ¿quién dijo que con el Nobel de Paz el expresidente adquirió inmunidad judicial vitalicia? No, para el mundo sería impresentable un nobel impune, un Santos impune que esté por encima de la ley. ¿Para cuándo el conteo de los indignados en Twitter para que aceleren las investigaciones contra Santos?

miércoles, 7 de agosto de 2019

"365 días del gobierno de Iván Duque, donde lo que ha buscado es “subsanar” una herencia maldita que Juan Manuel Santos le dejó, partiendo de un proceso de paz amañado y mal concebido gracias a un afán nefasto por obtener una presea que hoy todos, hasta los oferentes, saben que fue inmerecida"


Nos quedan tres años de esperanzas

Por Emerson Grajales Usma*


Comienzo por decir que cualquier gobernante de Colombia, muy a pesar de tener buenas intenciones a su llegada a la casa de Nariño, los múltiples escenarios negativos como la economía, el empleo y los variados sindicatos en los sectores del Estado como la salud y la educación; y la volátil actividad criminal, en especial de los grupos organizados como las disidencias de las Farc y las permanentes actividades de grupos criminales contestatarios de estos; bloquean las promesas de los Mandatarios al momento de intentar actuar.

En el caso específico del actual gobierno de Iván Duque, el panorama es bien complejo. Y es bien complejo no porque lo rodee alguna incapacidad en lo personal, sino por dos factores que han resquebrajado de alguna manera su gestión y que el mismo Mandatario no había logrado percibir como la insospechada herencia de su antecesor Santos y la migración de venezolanos que hoy llega a los 1.5 millones.

Pese a que el presidente Duque, tiene una inmejorable capacidad y conocimiento sobre los temas económicos, los espacios no han sido los mejores a la hora de aplicar su política de la economía naranja, una de sus banderas más subrayada durante su campaña. Aunque no podemos desconocer que el país va por muy buen camino, en este aspecto.

Lamentable si, que por su constante negativa de no ceder un centímetro en la llamada “mermelada”, las relaciones con el Legislativo no colman sus expectativas  pese a tener una de las mejores cartas en el gobierno como lo es la Ministra del Interior Nancy Patricia Gutiérrez, quien conoce al dedillo el actuar de ese órgano; no obstante fue una de las mejores congresistas en su momento.

En el plano de las relaciones internacionales, considero que no podrían ser superiores. El presidente Duque, tiene a uno de los más diplomáticos y mejores relacionistas públicos como lo es el actual Canciller Carlos Holmes Trujillo. La vasta experiencia del Ministro, ha logrado posicionar al nuestro, como un país que sobre sale en los más insospechados escenarios internacionales. Sus copiosos viajes trasfronterizos, que son mirados como impopulares, le ha permitido al Jefe de Estado, adelantar fructíferas relaciones con gobiernos que hoy, luego de las cumbres, son importantes para nuestro país en temas de economía y para nuestro desarrollo.

Conociendo como conozco al presidente Iván Duque, las cifras de las encuestas que hablan de su imagen de favorabilidad, no le preocupan. El Mandatario sabe que cada segundo de su gobierno busca hacer bien las cosas y que en tal medida, su propio balance se robustece. También conoce a la perfección, que muchas de sus medidas por muy impopulares que estas sean, son necesarias para el país.

En los últimos 8 años al inicio de su gestión, Duque encontró una tasa de desempleo con niveles difíciles de controlar y que sumados a la desbordada presencia de venezolanos, ha venido aumentando ante la demanda de empleo con bajos costos para los empleadores. Hoy, el panorama es bien difícil. Un colombiano trabaja por un salario mínimo, mientras un inmigrante del vecino país, lo hace por mucho menos costos.

Son 365 días del gobierno de Iván Duque, donde lo que ha buscado es “subsanar” una herencia maldita que Juan Manuel Santos le dejó, partiendo de un proceso de paz amañado y mal concebido gracias a un afán nefasto por obtener una presea que hoy todos, hasta los oferentes, saben que fue inmerecida.

Siempre ha sido costumbre, que el gobernante de turno, dedique su primer año a “enmendar” los daños que su antecesor dejó con amplio trecho y que los restantes tres años, muestren los resultados de su programa de gobierno presentado durante su campaña al país.

A eso le está apuntado Iván Duque. Sabemos que no es fácil gobernar en un país donde los apetitos “politiqueros” abundan, en especial en la izquierda, que hoy se encuentra profundamente dividida ante las ganas de llegar a la Alcaldía del Distrito de Bogotá.
Las esperanzas de los colombianos están latentes, y el gobierno tiene un reto, como lo es colmar las expectativas de un pueblo que le apuntó a un cambio y no a un continuismo que degenere las ganas de seguir viviendo con dignidad en nuestro país.

Nos quedan pues, tres años de esperanzas.

*Asesor y consultor

@Grajalesluise

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