Por Karol Gutiérrez C*
El mundo se está enfrentando a una tremenda crisis y, el momento
crucial, la decisión inteligente, el reto, no está en la política ni en la
religión; esta en nuestra conciencia.
En un mundo que se ha desintegrado progresivamente resulta
inminente “pensar juntos”, “el pensamiento es el factor común a toda la
humanidad. No hay pensamiento oriental o pensamiento occidental; solo existe la
común capacidad de pensar”. En un profundo análisis de Jiddu krishnamurti sobre
el pensamiento, y del cual resulta conveniente hablar ahora, frente a la actual
crisis generada por la pandemia del SARS-CoV-2; explicaba, como la conciencia
de cada uno de nosotros, es también, la conciencia de la humanidad, porque uno
sufre, está ansioso, se siente solo, inseguro, confuso o por el contrario se
está esperanzado, a la expectativa, con fe, exactamente igual que otros, aunque
estos vivan a diez mil millas de distancia.
Desafortunadamente por siglos nos hemos abierto paso por el
angosto surco de la individualidad, el círculo estrecho del yo y el tú, el
nosotros y el ellos. Debemos examinar juntos está muy compleja conciencia del
hombre, porque es la que determina su comportamiento, pero, no del hombre
europeo ni del hombre asiático ni del hombre del medio oriente; sino del
hombre, sin categorías, sin líneas divisorias, para poder superar el drama de
status que afecta a todas las sociedades y al mundo en general. Precisamente en
tiempos de coronavirus la solidaridad y fraternidad humana son las bases para
construir un futuro juntos.
Cuando pensamos en el calentamiento global, en la explosión
demográfica, la contaminación y ahora en el SARS-CoV-2 cuestionamos si nuestro
cerebro que ha sido programado por tantos siglos es capaz de aprender,
transformarse y adaptarse súbitamente; a la velocidad del virus, por ejemplo.
No se puede ser indiferente ante estos hechos, sino que se debe tratar de
comprender estas conductas y el modo en que el pensamiento humano ha influido o
nos ha traído a todos a esta situación. Resulta inaudito que a un individuo se
le tenga casi que obligar para proteger su propia salud, o vergonzoso el
oportunismo de aquellos sectores que se sirven como aves de rapiña de cargos
públicos, a costa del hambre, las necesidades y la pobreza del “otro” y así un
gran etcétera; como se dice coloquialmente, somos incapaces de ponernos en los zapatos de los demás, esto es porque nuestra conciencia ha sido
programada como una conciencia individual y nos preguntamos si esa conciencia
que hemos aceptado como individual es, en modo alguno, realmente individual –
la pandemia ha demostrado que la muerte no distingue entre estrato social o
raza; y la historia que la humanidad nunca ha estado preparada para enfrentar
una pandemia y con esto no me refiero al desarrollo de la ciencia o a la
infraestructura sanitaria que pueda tener o no un país, sino, al sentido que
cobra la muerte y todo el andamiaje psicológico, emocional y social que se
entreteje alrededor de esta pandemia, que no afecta solamente al tercer mundo o
a las distintas categorizaciones que ha inventado el hombre.
Cuando realmente comprendamos que somos el resto de la humanidad,
ello traerá consigo una energía inmensa; esa llamada conciencia individual, es
también, la conciencia de la humanidad. Juntos estamos aprendiendo a valorar
las cosas más simples de la vida, un apretón de manos, un abrazo, la cercanía
de los amigos, nuestra cotidianidad etc.., y esto no es de pobres o de ricos.
Hemos visto un virus tan rápido y letal en su propagación, con un impacto aún
indeterminado que generará cambios profundos en las sociedades y desde ya insta
a un cambio de conciencia en el hombre.
Concuerdo con krishnamurti cuando planteaba que “estamos
programados psicológica y mentalmente”, ciertamente lo estamos, para ser
católicos, protestantes, colombianos o británicos, por siglos hemos sido
programados para creer o tener fe, para ser nacionalistas e ir a la guerra y
así sucesivamente. La actual crisis a nivel mundial nos invita a alejarnos de
prejuicios e ideologías –, pensemos juntos, construyamos una nueva conciencia y
seamos solidarios. Es uno de los grandes mensajes que le deja esta nueva
pandemia a nuestra generación.
*Historiadora